Siempre es Él el protagonista; debe serlo. Más que celebrar la Resurrección de Jesús, celebramos a Cristo Resucitado, que nos ha ganado la salvación.
Los días anteriores hemos escuchado en las lecturas de la Misa las apariciones de Jesús resucitado: a los Apóstoles, a María Magdalena (cfr. Jn 20); hoy hemos escuchado la historia del encuentro de Jesús con los discípulos de Emaús, y nos asombramos de cómo somos los hombres, tardos en creer, y cómo es Dios, siempre paciente y misericordioso, que nos busca.
He puesto un fotograma de la película de la Pasión de Mel Gibson; no corresponde, ciertamente, a la escena de la Resurrección. Pero me gusta imaginarme así al Resucitado: con una sonrisa limpia, sincera, triunfante -no triunfalista- sobre la muerte, la de quien ha sufrido y, luego, se ha visto salvado de ese trance. Pienso que Jesús se levantó del sepulcro con esa sonrisa abierta, dispuesto a cumplimentar con lo que quedaba: mostrarse a quienes le habían seguido -aunque con dificultades- y amado -también con dificultades-.
¡Feliz Pascua de Resurrección, amigos y hermanos!
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