Por mis labores peculiares, he participado
poco de las jornadas de confesiones que se ha realizado en la Diócesis: los
párrocos, organizados por zonas, se han ayudado para confesar a los feligreses
en grandes jornadas. Un día específico se dirige un grupo de sacerdotes a
confesar a una parroquia: los feligreses están sabidos, aprovechan a confesarse
con alguien distinto a su párroco... Las jornadas son largas: algunas veces
termina el trabajo hacia las nueve o diez de la noche.
Hoy, en la Diócesis, comenzará la Jornada
Diocesana de la Juventud. Su sede será la parroquia de Santiago Atitlán,
escenario magnífico para una reunión multitudinaria de jóvenes, procedentes de
todas las parroquias de la Diócesis. Se han anunciado y se esperan miles de
jóvenes. Los seminaristas y formadores participaremos de la actividad: hoy será
la vigilia, y ayudaré a confesar a quienes quieran. Habrá concierto, Hora
Santa, temas...
Mañana será la gran reunión. Se prevé la
procesión, la celebración de la Santa Misa del Domingo de Ramos, almuerzo...
Será una gran fiesta. Si el año pasado no pude participar, por acompañar a un
sacerdote a su Primera Misa, esta vez no me lo perderé. Intentaré poner algunas
fotos el día de mañana. Si no, será el lunes.
La Semana Santa y la primera de Pascua será
un descanso en materia académica, que disfrutaré ayudando sacerdotalmente. Les pido
encomienden mi labor sacerdotal.
Tradicionalmente, este día se recuerdan
los dolores de la Virgen al pie de la Cruz (Stabat Mater dolorosa, iuxta crucrem lacrimosa, dum
pendebat filius). Es el último viernes
de Cuaresma.
Estando tan avanzada la Cuaresma es
necesario que nos planteemos el grado de aprovechamiento que hemos tenido de
este tiempo de gracia. ¿Ya te has confesado?
Hay dos mandamientos de la Iglesia a los
que alguno puede ponerle pega, o más si se quiere: la Confesión (confesar los
pecados al menos una vez al año), y que en este tiempo de Cuaresma se hace más
propicio cumplirlo, y el de la Santa Misa (oir Misa entera todos los domingos y
demás fiestas de precepto).
Ahora bien, ¿te has preguntado quién es el
interesado de que tengas la OBLIGACIÓN de acceder a estos sacramentos? Alguno
podría aventurar que es libre y que nadie le puede obligar a hacer algo. Pero,
1) ¿no obliga el papá a su hijo para que se tome la medicina o el alimento,
aunque se empecine en no querer hacerlo, ya que sabe que es lo mejor para el niño?
2) ¿Gana algo Dios con que yo me confiese o comulgue? Más bien, me parece que
soy yo –tú- el beneficiado, porque el Creador de todo cuanto existe no le hace
falta la poca –escasa- alabanza que le tribute.
Me he encontrado con un artículo que me
estimula en la labor de formación sacerdotal: “Los seminarios menores en España
experimentan un pequeño pero esperanzador crecimiento” (Religión en Libertad).
Pero también nos anima para seguir luchando, especialmente con la labor del
Seminario Menor de nuestra Diócesis.
En los últimos años se ha abierto o se ha
reabierto un seminario menor en varias diócesis de España: Segovia, Jaén,
Tarrasa... Un tanto igual se ha ido experimentando en Guatemala, aunque en la
vertiente de las todavía por acrisolar “comunidades vocacionales”.
Como a los obispos mencionados abajo, yo
también, humildemente, me formé en un seminario menor. Desde luego que envío un
saludo cordial al Seminario Menor “Señor San José”, de nuestra Diócesis, como
al “Colegio Seminario San José”, llevado por los Padres Benedictinos en
Quetzaltenango, donde estudié el Bachillerato. Incluyo abajo extractos del
artículo.
Instalaciones del Seminario Menor de Sololá.
“Los seminarios menores tienen futuro”,
nos asegura el obispo Sáiz, obispo de Tarrasa. “Vale la pena recuperarlos o
crearlos donde no están, y cuidarlos donde ya existen. No se trata de
reunir preadolescentes y presionarlos para que sean sacerdotes. Es exactamente
lo contrario. Fijémonos en lo que pasa hoy: un chico tiene vocación, lo dice y
en su ambiente, a veces en su familia, no encuentra acompañamiento para llegar
al seminario, no se le apoya, y la vocación se apaga antes de los 18
años. El seminario menor es un espacio de libertad contra presiones
contrarias. Los obispos en general estamos recuperando la conciencia de la
importancia de estos espacios. Los seminarios menores tienen futuro, no como
internados, sino recibiendo a chicos ya vocacionados”.
Un entusiasta de los seminarios menores es
el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, que se formó en uno. “Yo quería ser
sacerdote desde los 7 años”, explicaba hace poco a La Razón. Era
monaguillo, y se lo dijo a su párroco, que le recomendó el seminario menor
de Talavera de la Reina, adonde llegó con 11 años. “Fueron los años
más felices de mi vida. Todo lo que yo pueda decir de los seminarios menores es
muy positivo”, afirma.
Son varios los obispos españoles que
pasaron por el seminario menor: Zornoza, el de Cádiz; Asenjo,
arzobispo de Sevilla; Braulio Rodríguez, arzobispo de Toledo; el obispo de
Jaén, Ramón del Hoyo, son sólo algunos de ellos. En Córdoba, por ejemplo,
más del 60 por ciento del clero diocesano actual pasó por el seminario menor.
Alumnos del Seminario Menor de Sololá, dos años atrás.
Son otros tiempos, pero Dios sigue
llamando a los niños y los adolescentes. “Estoy convencido de que los
grandes ideales de una persona se forjan en torno a los 15 años”, declaró hace
poco el obispo Demetrio Fernández. "Son ideales llenos de sueños y de
imaginación, que después tendrán que madurar, pero son ideales con una fuerza
motora impresionante para toda la vida". Y su experiencia fue de amistad y
alegría: “Estábamos felices; los sacerdotes eran verdaderos padres para cada
uno de nosotros y hacíamos deporte, teatro, música... La educación era jovial y
estimulante. De mi promoción de 50, nos ordenamos dos, pero de los demás,
ni uno solo está ‘rebotado’ con la Iglesia”.
Una fortuna se hace de
centavo en centavo, así como la expansión de la Iglesia se hace de cristiano en cristiano, poco a poco, ojalá al ritmo de Dios.
El Santo Padre, según los
informativos, pidió al gobierno cubano que declare festivo el Viernes Santo, a
semejanza de la declaración de la Navidad como día festivo, tras el viaje de
Juan Pablo II en 1998.
Además, pidió ¿al Estado
cubano? que la Iglesia goce de libertad para poder expresar su fe. Después de los videos dejo la homilía del Santo Padre que pronunció hace apenas un rato en La Habana, en la Santa Misa que celebró en la Plaza de la Revolución. Incluso llegó a pronunciar el Santo Padre: "Es de reconocer con alegría que en Cuba se han ido dando pasos para que la Iglesia lleve a cabo su misión insoslayable de expresar pública y abiertamente su fe. Sin embargo, es preciso seguir adelante, y deseo animar a las instancias gubernamentales de la Nación a reforzar lo ya alcanzado y a avanzar por este camino de genuino servicio al bien común de toda la sociedad cubana". La homilía la he tomado de la edición de Zenit. Es una homilía magnífica, que no tiene desperdicio. Les animo a que la lean entera.
Un extracto de la homilía, en la Santa Misa que celebró en La Habana hace algunos momentos.
Queridos
hermanos y hermanas:
«Bendito eres,
Señor Dios…, bendito tu nombre santo y glorioso» (Dn 3,52). Este
himno de bendición del libro de Daniel resuena hoy en nuestra liturgia
invitándonos reiteradamente a bendecir y alabar a Dios. Somos parte de la
multitud de ese coro que celebra al Señor sin cesar. Nos unimos a este
concierto de acción de gracias, y ofrecemos nuestra voz alegre y confiada, que
busca cimentar en el amor y la verdad el camino de la fe.
«Bendito sea Dios» que nos reúne en esta
emblemática plaza, para que ahondemos más profundamente en su vida. Siento una gran alegría de encontrarme hoy entre ustedes y
presidir esta Santa Misa en el corazón de este Año jubilar dedicado a la Virgen
de la Caridad del Cobre.
Saludo cordialmente al cardenal Jaime
Ortega y Alamino, arzobispo de La Habana, y le agradezco las corteses palabras
que me ha dirigido en nombre de todos. Extiendo mi saludo a los señores
cardenales, a mis hermanos obispos de Cuba y de otros países, que han querido
participar en esta solemne celebración. Saludo también
a los sacerdotes, seminaristas, religiosos y a todos los fieles aquí
congregados, así como a las autoridades que nos acompañan.
En la primera
lectura proclamada, los tres jóvenes, perseguidos por el soberano babilonio,
prefieren afrontar la muerte abrasados por el fuego antes que traicionar su
conciencia y su fe. Ellos encontraron la fuerza de «alabar, glorificar y
bendecir a Dios» en la convicción de que el Señor del cosmos y la historia no
los abandonaría a la muerte y a la nada. En efecto, Dios
nunca abandona a sus hijos, nunca los olvida. Él está por encima de
nosotros y es capaz de salvarnos con su poder. Al mismo tiempo, es cercano a su
pueblo y, por su Hijo Jesucristo, ha deseado poner su morada entre nosotros.
«Si os
mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la
verdad, y la verdad os hará libres» (Jn 8,31). En este texto del
Evangelio que se ha proclamado, Jesús se revela como el Hijo de Dios Padre, el Salvador, el único que puede mostrar la verdad y dar la
genuina libertad. Su enseñanza provoca resistencia e inquietud entre sus
interlocutores, y Él los acusa de buscar su muerte, aludiendo al supremo
sacrificio en la cruz, ya cercano. Aun así, los conmina a creer, a mantener la Palabra,
para conocer la verdad que redime y dignifica.
En efecto, la
verdad es un anhelo del ser humano, y buscarla siempre supone un ejercicio de
auténtica libertad. Muchos, sin embargo, prefieren los atajos e intentan
eludir esta tarea. Algunos, como Poncio Pilato,
ironizan con la posibilidad de poder conocer la verdad (cf. Jn 18,
38), proclamando la incapacidad del hombre para alcanzarla o negando que exista
una verdad para todos. Esta actitud, como en el caso del escepticismo y el relativismo,
produce un cambio en el corazón, haciéndolos fríos, vacilantes, distantes de
los demás y encerrados en sí mismos. Personas que se lavan las manos
como el gobernador romano y dejan correr el agua de la historia sin
comprometerse.
Por otra parte,
hay otros que interpretan mal esta búsqueda de la verdad, llevándolos a la
irracionalidad y al fanatismo, encerrándose en «su verdad» e intentando
imponerla a los demás. Son como aquellos legalistas obcecados que, al
ver a Jesús golpeado y sangrante, gritan enfurecidos: «¡Crucifícalo!»
(cf. Jn 19, 6). Sin embargo, quien actúa irracionalmente no puede
llegar a ser discípulo de Jesús. Fe y razón son
necesarias y complementarias en la búsqueda de la verdad. Dios creó al hombre
con una innata vocación a la verdad y para esto lo dotó de razón. No es
ciertamente la irracionalidad, sino el afán de verdad, lo que promueve la fe
cristiana. Todo ser humano ha de indagar la verdad y optar por ella cuando la
encuentra, aun a riesgo de afrontar sacrificios.
Además, la verdad
sobre el hombre es un presupuesto ineludible para alcanzar la libertad, pues en
ella descubrimos los fundamentos de una ética con la que todos pueden
confrontarse, y que contiene formulaciones claras y precisas sobre la
vida y la muerte, los deberes y los derechos, el matrimonio, la familia y la
sociedad, en definitiva, sobre la dignidad inviolable del ser humano. Este
patrimonio ético es lo que puede acercar a todas las culturas, pueblos y
religiones, las autoridades y los ciudadanos, y a los ciudadanos entre sí, a
los creyentes en Cristo con quienes no creen en él.
El cristianismo, al
resaltar los valores que sustentan la ética, no impone, sino que propone la
invitación de Cristo a conocer la verdad que hace libres. El creyente
está llamado a ofrecerla a sus contemporáneos, como lo hizo el Señor, incluso
ante el sombrío presagio del rechazo y de la cruz. El encuentro personal con
quien es la verdad en persona nos impulsa a compartir
este tesoro con los demás, especialmente con el testimonio.
Queridos amigos,
no vacilen en seguir a Jesucristo. En él hallamos la verdad sobre Dios y
sobre el hombre. Él nos ayuda a derrotar nuestros egoísmos, a salir de nuestras
ambiciones y a vencer lo que nos oprime. El que obra el mal, el que comete
pecado, es esclavo del pecado y nunca alcanzará la libertad
(cf. Jn 8,34). Sólo renunciando al odio y a nuestro corazón duro y
ciego seremos libres, y una vida nueva brotará en nosotros.
Convencido de que Cristo es la verdadera
medida del hombre, y sabiendo que en él se encuentra la fuerza necesaria para
afrontar toda prueba, deseo anunciarles abiertamente al Señor Jesús como
Camino, Verdad y Vida. En él todos hallarán la plena libertad, la luz para
entender con hondura la realidad y transformarla con el poder renovador del
amor.
La Iglesia vive
para hacer partícipes a los demás de lo único que ella tiene, y que no es sino
Cristo, esperanza de la gloria (cf. Col 1,27). Para poder ejercer esta tarea, ha de contar con la esencial
libertad religiosa, que consiste en poder proclamar y celebrar la fe también
públicamente, llevando el mensaje de amor, reconciliación y paz que
Jesús trajo al mundo. Es de reconocer con alegría que en Cuba se han ido dando
pasos para que la Iglesia lleve a cabo su misión insoslayable de expresar
pública y abiertamente su fe. Sin embargo, es preciso seguir adelante, y deseo
animar a las instancias gubernamentales de la Nación a reforzar lo ya alcanzado
y a avanzar por este camino de genuino servicio al bien común de toda la sociedad
cubana.
El derecho a la
libertad religiosa, tanto en su dimensión individual como comunitaria,
manifiesta la unidad de la persona humana, que es ciudadano y creyente a la vez.
Legitima también que los creyentes ofrezcan una contribución a la edificación
de la sociedad. Su refuerzo consolida la convivencia, alimenta la esperanza en
un mundo mejor, crea condiciones propicias para la paz y el desarrollo
armónico, al mismo tiempo que establece bases firmes para afianzar los derechos
de las generaciones futuras.
Cuando la Iglesia
pone de relieve este derecho, no está reclamando privilegio alguno.
Pretende sólo ser fiel al mandato de su divino fundador, consciente de que
donde Cristo se hace presente, el hombre crece en humanidad y encuentra su
consistencia. Por eso, ella busca dar este testimonio en su predicación y
enseñanza, tanto en la catequesis como en ámbitos escolares y universitarios. Es de esperar que pronto llegue aquí también el momento de
que la Iglesia pueda llevar a los campos del saber los beneficios de la misión
que su Señor le encomendó y que nunca puede descuidar.
Ejemplo preclaro de esta labor fue el
insigne sacerdote Félix Varela, educador y maestro, hijo ilustre de esta ciudad
de La Habana, que ha pasado a la historia de Cuba como el primero que enseñó a
pensar a su pueblo. El Padre Varela nos presenta el camino para una verdadera
transformación social: formar hombres virtuosos para
forjar una nación digna y libre, ya que esta trasformación dependerá de la vida
espiritual del hombre, pues «no hay patria sin virtud» (Cartas a
Elpidio, carta sexta, Madrid 1836, 220). Cuba y el mundo necesitan cambios,
pero éstos se darán sólo si cada uno está en condiciones de preguntarse por la
verdad y se decide a tomar el camino del amor, sembrando reconciliación y
fraternidad.
Invocando la
materna protección de María Santísima, pidamos que cada vez que participemos en
la Eucaristía nos hagamos también testigos de la caridad, que responde al mal
con el bien (cf. Rm12,21), ofreciéndonos como hostia viva a quien
amorosamente se entregó por nosotros. Caminemos a la luz de Cristo, que es el
que puede destruir la tiniebla del error. Supliquémosle
que, con el valor y la reciedumbre de los santos, lleguemos a dar una respuesta
libre, generosa y coherente a Dios, sin miedos ni rencores. Amén.
Cada uno habla de sus intereses; hay
quienes buscan ser lo más diplomáticos posible. El Santo Padre está ya en Cuba,
lleva ya más de un día en su viaje apostólico, y se ha encontrado con las altas
autoridades, especialmente con el Presidente Raúl Castro.
El Santo Padre ha recordado el viaje que
hiciere Juan Pablo II a Cuba, allá por el año 1998. Fue todo un acontecimiento,
como lo está siendo ahora el de Benedicto XVI.
Desde luego que los políticos no pueden
negarse a recibir al Santo Padre, aunque teman les suceda lo que sucedió en
1989 con la Caída del Muro. La verdad se impone por su propio peso.
Encomendamos el viaje del Santo Padre,
para que sea fortalecimiento para los católicos cubanos, aliento de la fe de
todos, y lección para los que deba ser.
El
Santo Padre como peregrino a la Virgen de la Caridad del Cobre.
La homilía del Santo Padre en la Misa de ayer, en Santiago.
Estamos de lleno en la llamada “Semana de
Pasión”, la precedente a la Semana Santa. Tenemos una semana para prepararnos
mejor para vivir esos días, mas no sólo en lo tocante a las tradiciones sino a
la vida cristiana y la litúrgica.
Dos videos presento ahora: el primero, la
presentación de un documental sobre las procesiones. Es apenas un aperitivo. El
segundo es un resumen de la procesiones realizadas en el 2010 en Guatemala,
durante la Cuaresma y la Semana Santa, con la marcha de fondo “La Sollevazione
di Cristo”.
Seguimos encomendando el viaje apostólico
del Santo Padre: hoy llega a Cuba. Sin duda, los ojos del mundo están vueltos a
aquella isla, con gran esperanza.
Además de piadosa, ha sido emotiva la
celebración de la Santa Misa por el Santo Padre, en el parque Bicentenario de
León, que culminó hace unos momentos y que tuve la oportunidad de seguir por la
televisión.
Sus palabras antes del Angelus son como un
resumen de todo su mensaje apostólico: ha venido a confirmar en la fe, a dar
esperanzas ante la situación que se vive en Latinoamérica y a México, y ha
venido a alentar la caridad y la fraternidad de todos.
Les
dejo con algunas imágenes del Santo Padre y su mensaje antes del rezo del
Angelus.
El Santo Padre se pone un charro mexicano. Palabras del Santo Padre antes del rezo del Angelus:
El Santo Padre se encuentra con los niños mexicanos.
Palabras del Santo Padre antes del rezo del Angelus: Queridos hermanos y hermanas:
En
el Evangelio de este domingo, Jesús habla del grano de trigo que cae en tierra,
muere y se multiplica, respondiendo a algunos griegos que se acercan al apóstol
Felipe para pedirle: «Quisiéramos ver a Jesús» (Jn 12,21). Nosotros hoy
invocamos a María Santísima y le suplicamos: «Muéstranos a Jesús».
Al
rezar ahora el Ángelus, recordando la Anunciación del Señor, nuestros ojos
también se dirigen espiritualmente hacia el cerro del Tepeyac, al lugar donde
la Madre de Dios, bajo el título de «la siempre virgen santa María de
Guadalupe», es honrada con fervor desde hace siglos, como signo de
reconciliación y de la infinita bondad de Dios para con el mundo.
Mis
predecesores en la Cátedra de san Pedro la honraron con títulos tan entrañables
como Señora de México, celestial Patrona de Latinoamérica, Madre y Emperatriz
de este Continente. Sus fieles hijos, a su vez, que experimentan sus auxilios,
la invocan llenos de confianza con nombres tan afectuosos y familiares como
Rosa de México, Señora del Cielo, Virgen Morena, Madre del Tepeyac, Noble
Indita.
Queridos
hermanos, no olviden que la verdadera devoción a la Virgen María nos acerca
siempre a Jesús, y «no consiste ni en un estéril y transitorio sentimentalismo,
ni en una vana credulidad, sino que procede de la fe verdadera, que nos lleva a
reconocer la excelencia de la Madre de Dios y nos inclina a un amor filial
hacia nuestra Madre y a la imitación de sus virtudes» (Lumen Gentium, 67).
Amarla es comprometerse a escuchar a su Hijo, venerar a la Guadalupana es vivir
según las palabras del fruto bendito de su vientre.
En
estos momentos en que tantas familias se encuentran divididas o forzadas a la
migración, cuando muchas padecen a causa de la pobreza, la corrupción, la
violencia doméstica, el narcotráfico, la crisis de valores o la criminalidad,
acudimos a María en busca de consuelo, fortaleza y esperanza. Es la Madre del
verdadero Dios, que invita a estar con la fe y la caridad bajo su sombra, para
superar así todo mal e instaurar una sociedad más justa y solidaria.
Con
estos sentimientos, deseo poner nuevamente bajo la dulce mirada de Nuestra
Señora de Guadalupe a este País y a toda Latinoamérica y el Caribe. Confío a
cada uno de sus hijos a la Estrella de la primera y de la nueva evangelización,
que ha animado con su amor materno su historia cristiana, dando expresión
propia a sus gestas patrias, a sus iniciativas comunitarias y sociales, a la
vida familiar, a la devoción personal y a la Misión continental que
ahora se está desarrollando en estas nobles tierras. En tiempos de prueba y
dolor, ella ha sido invocada por tantos mártires que, a la voz de «viva Cristo
Rey y María de Guadalupe», han dado testimonio inquebrantable de fidelidad al
Evangelio y entrega a la Iglesia. Le suplico ahora que su presencia en esta
querida Nación continúe llamando al respeto, defensa y promoción de la vida
humana y al fomento de la fraternidad, evitando la inútil venganza y
desterrando el odio que divide. Santa María de Guadalupe nos bendiga y nos
alcance por su intercesión abundantes gracias del Cielo.
El Santo Padre ha llegado ayer a México. El
número de periodistas acreditados y los que ansiarían tener una noticia suya
son muchos, prueba de ello son los que lo acompañaron en el viaje de Roma a
México. He oído alabar su cautela y claridad al hablar -es simplemente el
lenguaje de la verdad-, porque a veces con no recta intención quieren
implicarle en una posición, quieren que el Papa tome partido.
Seguimos encomendando su viaje apostólico.
Les dejo con algunos videos noticia de sus
primeros pasos por México.
Primero: un esbozo de la rueda de prensa que ofreció a los periodistas en el avión de viaje.
Segundo: sus primeros momentos a la llegada a México.
Tercero: sus palabras en la bienvenida que le dispensaron en el aeropuerto.
Sabido es que hoy comienza una gira del
Santo Padre por México y Cuba. Como apuntaba un artículo de Prensa Libre, el
Santo Padre llega a estos países “para confirmar en la fe” a los cristianos. Su
viaje durará desde este viernes 23 hasta el jueves 29 (aunque este último día
es el de la llegada del Santo Padre a Roma).
A México, el Santo Padre se quedará en
Guanajuato, sin poder ir al Distrito Federal –a visitar a la Virgen Morena-
debido a cuestiones de salud. Está previsto que el lunes por la tarde llegará a
Cuba. Para quien quiera ver el programa del viaje del Santo Padre pinche aquí.
Según un artículo de Aceprensa, cuatro son
las coordenadas de la visita del Santo Padre a México:
- Apuntando al tema de la violencia y
la desigualdad, hablará de la construcción de la paz y del desarrollo humano y la justicia social. Por la vía del diálogo entre la fe y la
cultura, tocará el tema de la participación de los católicos en la vida pública y la nueva evangelización en América Latina.
Seguiremos de cerca al Santo Padre -¡le
tendremos más cerca físicamente!-, en la fe, en el afecto y en la cercanía física. Estaremos
atentos a su voz de buen pastor.
Este video es un flashforward de la vida de un sacerdote. Más bien, es un flashback imaginado desde el año 2071. En los momentos últimos de la vida de un sacerdote, viene a su memoria su trabajo pastoral y de la importancia que tiene ese trabajo para la vida de las personas. Se trata de la vida de muchos llamados a trabajar en la Viña del Señor de esta manera concreta, con la específica vocación sacerdotal. No se nos olvide rezar por los sacerdotes, también por un aumento de vocaciones sacerdotales en la Iglesia, en todo el mundo.
Por unos pocos quetzales, puesto que
estaba la oferta, me conseguí el libro, cuya portada muestra la imagen. ¿Quién
es André Frossard? Esta biografía somera suya encontré:
El padre de
André Frossard fue Louis-Oscar Frossard, uno de los fundadores históricos del Parti
communiste français, quien fue líder del partido durante 31 años. Sus
padres (ella, atea de origen protestante y él, judío) lo criaron como ateo,
pero a los 20 años de edad se bautizó católico tras tener una visión
sobre "un mundo distinto, de un resplandor y una densidad que arrinconan al
nuestro a las sombras frágiles de los sueños incompletos".
¿Recuerdan? André es el autor de aquel
libro famoso: “Dios existe. Yo me lo encontré”, un libro que cualquiera que se
precie de lector –todos deberíamos aficionarnos a la lectura- debe leer.
El libro es pequeño. Puesto que es un
libro de divulgación y no de erudición, su lenguaje es literario y asequible,
delicioso, pero también juicioso. Ya les contaré...
No es un montaje: Frossard y Juan Pablo II fueron grandes amigos.
Éste es un video sobre Guatemala y su belleza. El video se titula "Guatemala, Corazón del mundo maya". Puede ver el portal de turismo que promociona este video: servirá no sólo a los connacionales, para que apreciemos la riqueza de nuestro país, como también para información de los extranjeros que quieran venir a conocer nuestras tierras y a nuestra gente. Saludos a los "chapines" en el extranjero.
Ayer, domingo, tuvimos en el Seminario el
Día de las familias, una alegre celebración en la que vienen los familiares de
los alumnos y comparten un rato de nuestra vida y nuestro ambiente. Participó
con nosotros Mons. Gonzalo, nuestro Obispo. Desde luego que fue gratificante y
nos llenó de ánimos compartir con los padres de nuestros seminaristas y la gran
fe que tienen, expresada en el cariño que le tienen al Seminario. Dios los
bendiga.
No quiero dejar de incluir algo sobre la
fiesta que hemos vivido hoy también en nuestro Seminario: la celebración de la
solemnidad de San José, patrono de las vocaciones, patrono del Seminario Menor.
También para nosotros fue un día de
descanso de las actividades académicas, en medio de exámenes parciales en el
Seminario, propicio para compartir en familia. Durante la mañana hubo
actividades deportivas y, después del almuerzo, tuvimos procesión hacia el Seminario
Menor y la celebración de la Santa Misa.
En el Seminario Menor casi cincuenta
jóvenes cursan el Bachillerato en Ciencias y Letras, planteándose la
posibilidad de la vocación sacerdotal y su posible ingreso al Seminario Mayor.
Desde este blog les felicitamos, a
seminaristas y a formadores y a todos los que forman parte del Menor de Sololá.
Dos alumnos, con el prof. Francisco al centro, animando la actividad deportiva.
Los dos rectores: el P. Carlos a la izquierda y el P. Víctor a la derecha, deteniendo el trofeo del primer lugar.
En la actividad deportiva, hubo una cuadrangular de futbol: ganó el equipo de los sacerdotes formadores, con la ayuda del portero, porque no alcanzábamos el número mínimo de jugadores.
Como lucía el anda de san José, antes de llevarla en procesión.
El P. Julio César, director espiritual del Seminario Menor, presidiendo las Vísperas, antes del procesión del Mayor al Menor, que quedan a los extremos del pueblo de Sololá.
Durante la procesión.
Al término de la procesión, en la capilla del Seminario Menor.
En un momento de la celebración de la Santa Misa, presidida por Mons. Gonzalo.
Mons. Gonzalo al centro, acompañado de los sacerdotes, formadores e invitados.
En nuestro camino hacia la Pascua, hemos
llegado al cuarto domingo de Cuaresma. Es un camino con Jesús a través del
"desierto", es decir, un período para escuchar más la voz de Dios y
también para desenmascarar a las tentaciones que hablan dentro de nosotros. En
el horizonte del desierto se vislumbra la Cruz. Jesús sabe que esa la
culminación de su misión: en efecto, la cruz de Cristo es la cumbre del amor,
que nos da la salvación. Él mismo lo dice en el Evangelio de hoy: "Y como
Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del
hombre, para que todo el que crea tenga en él la vida eterna" (Jn
3,14-15). La referencia es al episodio en el que, durante el éxodo de Egipto,
los judíos fueron atacados por serpientes venenosas y muchos murieron; entonces
Dios ordenó a Moisés que hiciera una serpiente de bronce y la pusiera sobre un
asta: si alguno era mordido por las serpientes, mirando la serpiente de bronce,
era sanado (cf. Nm 21,4-9).
Incluso Jesús será levantado sobre la
cruz, para que todo el que se encuentre en peligro de muerte a causa del
pecado, dirigiéndose con fe a Él, que murió por nosotros, sea salvado.
"Porque Dios --escribe san Juan--, no ha enviado a su Hijo al mundo para
juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él" (Jn 3,17).
San Agustín comenta: "El médico, por
lo que le concierne, viene a curar al enfermo. Si uno no sigue las
prescripciones del médico, se arruina a sí mismo. El Salvador vino al mundo...
Si tú no quieres ser salvado por él, te juzgarás por ti mismo" (Sul
Vangelo di Giovanni, 12, 12: PL 35, 1190). Así pues, si infinito es
el amor misericordioso de Dios, que ha llegado al punto de dar a su Hijo único
como rescate de nuestra vida, grande es también nuestra responsabilidad: cada
uno, por tanto, debe reconocer que está enfermo para poder ser sanado; cada uno
debe confesar su propio pecado, para que el perdón de Dios, ya dado en la Cruz,
pueda tener efecto en su corazón y en su vida. San Agustín escribe: "Dios
condena tus pecados; y si tú los condenas, te unes a Dios... Cuando comienzas a
detestar lo que has hecho, entonces comienzan tus buenas obras, porque condenas
tus malas obras. Las buenas obras comienzan con el reconocimiento de las malas
obras" (ibid., 13: PL 35, 1191).
A veces, el hombre ama más las tinieblas
que la luz, porque está apegado a sus pecados. Sin embargo, sólo abriéndose a
la luz, y sólo confesando con franqueza las propias culpas a Dios, es que se
encuentra la verdadera paz y la verdadera alegría. Es importante, entonces,
acercarse al sacramento de la penitencia con regularidad, especialmente en la
Cuaresma, para recibir el perdón del Señor y fortalecer nuestro camino de
conversión.
Queridos amigos, mañana celebraremos la
fiesta de san José. Agradezco sinceramente a todos aquellos que me recordarán
en la oración, en el día de mi onomástico. En particular, les pido que oren por
el viaje apostólico a México y Cuba, que haré a partir del próximo viernes.
Confiémoslo a la intercesión de la bienaventurada Virgen María, tan amada y
venerada en estos dos países que visitaré.
"Porque sólo tú eres Santo..." Es la pieza que escuchamos en el video. Esta frase es una de las últimas del himno del Gloria que se entona en la Misa. El Quoniam tu solus Sanctus que escuchamos fue compuesta por Mozart, parte de su "Gran Misa". Ingresamos este video y esta entrada, para cambiar un poco de ritmo al blog. Un poco de cultura para los cultos...
Recién comenzada la Cuaresma, incluí el 24
de febrero un breve comentario sobre el Via Crucis y las condiciones que se
deben observar para ganar la Indulgencia Plenaria por el rezo de esta práctica
cristiana.
Estoy francamente impresionado por cómo
esta entrada ha sido leída más de dos mil veces hasta el día de hoy.
¿Quién ha dicho que el Cristianismo, la
Iglesia, la verdad y la fe no están de moda? ¿Acaso no resulta atrayente la
respuesta que se nos incentiva a dar a Cristo, a tener una vida limpia y recia,
llevada según lo que aprendimos en la formación cristiana?
La respuesta es obvia, o quizá no lo es
tanto..., pues hay tantos que no creen en Él. Hoy me comentaba un seminarista,
de un amigo suyo que cree sólo en un Dios Supremo, es decir –así lo interpreto-,
admite que haya otras divinidades.
Escribió Blas Pascal, aquél polifacético
filósofo francés del siglo XVII: “— O Dios existe, o no existe. ¿Por cuál de las hipótesis apuesta?—Por ninguna de las dos. La respuesta apropiada es no apostar por ninguna.— Se equivoca usted. Es preciso apostar quiérase o
no. No le queda remedio”.
Viene esto a propósito de una frase del
evangelio de la Misa de hoy: “El que no está conmigo, está contra mí; el que no
recoge conmigo, desparrama” (Lc 11,14-23, especialmente v. 23).
No cabe quedarse en el anonimato, no puede
uno ser “imparcial” en la respuesta a Jesús, porque Él no es un artista o un
astro del deporte a quien se pueda o no se pueda seguir; no es un político o un
accionista de cualquier tipo. En fin, no puede uno decir, como ahora es tristemente frecuente
escuchar: “Yo soy católico pero no practicante”.
¿De qué partido eres? ¿Eres o no eres de
Jesús? No vale medias tintas.
Como en otras ocasiones, ésta es una
propuesta, que les puede ayudar a vivir la Cuaresma. Se trata de la comunicación
de Mons. Joel Baylon, Presidente de la Comisión de la Juventud, en la
Conferencia Episcopal de Filipinas.
Para la Cuaresma los jóvenes filipinos
cristianos deberían "hacer un ayuno de Internet, teléfonos móviles,
sms" y no simplemente abstenerse de comer carne los viernes, expresó Mons.
Baylon.
La reflexión provocadora, señala una
fuente de Fides de la Iglesia Filipina, llega a un país donde los jóvenes son
"apasionados e inseparables de las nuevas tecnologías, al límite de la
dependencia". El uso masivo de teléfonos móviles, SMS, Internet, medios
sociales, blogs, "es una parte integral de la cultura juvenil en las
Filipinas y los nuevos medios de comunicación han adquirido una gran relevancia
social, política, cultural e incluso en el ámbito de la religión".
En un mensaje recibido en la Agencia
Fides, Mons. Baylon se expresa así sobre el ayuno cuaresmal: "¿Por qué no
reducir el número de mensajes de los móviles? En nuestro tiempo, una forma
apropiada de ayuno puede estar relacionada con los mensajes, el tiempo para
navegar por Internet". Mons. Baylon también insiste sobre el abstenerse de
"deseos particulares", y a sacrificar las "actividades de lujo y
de placer", para llevar a cabo una "disciplina que embellece el
interior del hombre".
Para que te sorprendas, según estadísticas, en
Guatemala hay veinte millones de teléfonos celulares funcionando, cuando la
población nacional es de trece millones... En internet se puede encontrar
muchas cosas para la piedad y la vida cristiana como: meditaciones, palabras
del Evangelio, oraciones, temas de formación. Total, ésta es la propuesta y que
la tome a quien le ayude.
Iba conduciendo por la calle de un pueblo
hoy, despacio, por supuesto, cuando escuché que una señora joven le decía a
otra lo siguiente:
“Es que hay que darle un poco de amor y un
poco de vara...”, refiriéndose a los castigos que le daba.
¿Saben qué deduje? Que le hablaba a su
amiga cómo educaba “magistralmente” a su hijo. Dije entre mí: “Si la escucharan
los de Unicef la denunciarían a los derechos humanos”. No sé quién era la
señora ni las circunstancias de su vida, pero antes nos educaban de esa manera,
y surtía efecto –creo que bueno-.
El 22 de septiembre del 2011 escribí algo
sobre ello, e incluí en la entrada un video de una psicóloga chilena hablando
sobre la educación de los hijos. Quizá les interese desempolvar el video,
pinchando aquí.
Las imágenes que presento son las del Via
Crucis que tuvimos el viernes pasado, en este tiempo de Cuaresma, en las calles
de alrededor de la manzana en que se sitúa el Seminario.
Fue una sugerencia de los seminaristas
rezar esta devoción con nuestros vecinos. Después de organizarse, fueron por
las casas de los vecinos para invitarles al rezo, y a que, quienes accedieran,
pusieran un altarcito ante su vivienda, momentos para el rezo de la estación
correspondiente. La particularidad fue que lo rezamos por la noche.
El Via Crucis fue promovido con el
objetivo de tomar contacto con los vecinos y aprovechar nuestra situación para
evangelizarles.
Las fotos, les advierto, son de este
aficionado. Espero que les guste.
Al iniciar, en la capilla del Seminario.
Ante una vivienda, frente al Seminario.
Los tres acólitos que precedían la procesión.
Un niño que participaba del Via Crucis, y cuidaba que no se le apagara su luz.
El evangelio de este tercer
domingo de Cuaresma se refiere, en el escrito de san Juan, al famoso episodio
en el que Jesús expulsa del templo de Jerusalén a los vendedores de animales y a
los cambistas (cf. Jn 2,13-25). El hecho, señalado por todos los evangelistas,
tuvo lugar en las proximidades de la fiesta de la Pascua, despertando gran
impresión en la multitud y entre sus discípulos. ¿Cómo debemos interpretar este
gesto de Jesús?En primer lugar hay que señalar que esto no provoca ninguna
represión de los guardianes del orden público, porque fue visto como una típica
acción profética: de hecho, los profetas, en nombre de Dios, a menudo
denunciaban los abusos, y lo hacían a veces con gestos simbólicos. El problema,
en todo caso, era su autoridad. Por eso los judíos le preguntaron a Jesús: ¿Qué
signo nos muestras para obrar así? (Jn 2,18), que nos muestre que realmente
actúa en nombre de Dios.
La expulsión de los mercaderes
del templo fue también interpretada en sentido político revolucionario,
colocando a Jesús en la línea del movimiento de los zelotes. Estos eran, de
hecho, “celosos” de la ley de Dios y dispuestos a usar la violencia para
hacerla cumplir. En la época de Jesús esperaban a un mesías que liberase a
Israel del dominio romano. Pero Jesús decepcionó esta espera, por lo que
algunos discípulos lo abandonaron, y Judas Iscariote incluso lo traicionó. En
realidad, es imposible interpretar a Jesús como violento: la violencia es
contraria al reino de Dios, y un instrumento del anticristo. La violencia nunca
le sirve a la humanidad, es más, la deshumaniza.
Escuchamos a continuación las
palabras que Jesús dijo haciendo ese gesto: “Quiten esto de aquí. No hagan de
la casa de mi Padre una casa de mercado. Y entonces los discípulos se acordaron
de lo que está escrito en el salmo: ‘El celo por tu Casa me devora’” (cfr. Sal 69,10).
Este salmo es una invocación de ayuda en una situación de extremo peligro a
causa del odio de los enemigos: la situación que Jesús vivirá en su pasión. El
celo por el Padre y por su casa, lo llevará hasta la cruz: el suyo es el celo
del amor que paga con su propia persona, no el que querría servir a Dios
mediante la violencia. De hecho el “signo” que Jesús dará como prueba de su
autoridad será sólo el de su muerte y resurrección. “Destruyan este santuario
–dijo–, y en tres días lo levantaré”. Y san Juan observa: “Él hablaba del
santuario de su cuerpo” (Jn 2,20-21). Con la pascua de Jesús se inicia un nuevo
culto, el culto del amor, y un nuevo templo que es Él mismo, Cristo resucitado,
por el cual cada creyente puede adorar a Dios Padre “en espíritu y en verdad”
(Jn 4,23).
Queridos amigos, el Espíritu
Santo ha comenzado a construir este nuevo templo en el vientre materno de la
Virgen María. A través de su intercesión, oramos para que cada cristiano sea
piedra viva de este edificio espiritual.
Más que un libro de sabiduría humana –que también
lo es- la Biblia es un libro divino, pues su autor principal y primigenio es
Dios, Él lo ha inspirado.
Una de las páginas más bellas de este
bello y sabio Libro divino es la de la parábola del llamado “hijo pródigo”, que
hoy hemos leído en la Santa Misa (Lc 15,1-2.11-24a). Se pueden resaltar muchos
detalles de la historia que podríamos aplicarnos: por ejemplo la de la humildad
y arrepentimiento del hijo menor, la permanencia –aunque no muy alegre- del
hijo mayor en la casa del padre, el amor y la misericordia del padre de la
historia. Así es como se ha preferido llamar la historia como la “parábola del
padre misericordioso”.
Pero me gustaría proponerles algo más:
cómo el padre de la parábola obvia los “defectitos” de sus hijos y ve en ellos
lo positivo. Por esta línea, es sugerente el título del libro de Juan Marqués: “el
valor de los defectos ajenos”. Una mirada positiva a la vida de los demás nos
ayudará a descubrir en los demás lo positivo, muy necesario para la
convivencia, ya que lo negativo es fácil verlo.
En el hijo pródigo, quizá el padre haya
valorado la confianza –llamaríamos “atrevimiento”- con que se dirigió a él en
el inicio de la historia y lo “cara dura” que fue para pedirle lo que no debía.
¿Qué dices si nos ponemos “caraduras”, llevados por una confianza sobrenatural,
para dirigirnos a Dios?
Mi amigo D. Lorenzo, en España, me ha
enviado las magníficas imágenes de Nuestra Señora de la Esperanza “Macarena”,
venerada en Sevilla, cuya devoción crece especialmente durante la Cuaresma y la
Semana Santa. Además de las imágenes, ha inscrito la siguiente dedicatoria que,
a la vez, incluimos. Un saludo a D. Lorenzo.
Para los creyentes y para los agnósticos,
para los católicos practicantes y para los menos practicantes, para los amantes
de la belleza y para los de Esperanza, para los cofrades y para los que se van
a la playa en Semana Santa, para mis amigos y para mis hermanos. Para los
pobres y para los que tienen dinero, para los que trabajan y para los que no
pueden hacerlo, para los que están con nosotros y para los que se fueron...
Para vosotros, de corazón...