Un precioso artículo de Enrique García
Maiquez en el Diario de Cádiz sobre el Santo Padre y la inmediatez de
sus acciones (22/09/2013), mas no porque haga cosas extrañas sino porque la
gente se sorprende de cosas tan triviales, tan humanas, de un Papa. Léanlo entero,
que les gustará.
El Papa Francisco tiene, entre otros dones
más del Espíritu Santo, un don mediático. Es capaz de convertir en noticia de
primera plana y última hora las enseñanzas de dos mil años del cristianismo.
Esa habilidad se extiende a sus
colaboradores. Véase el revuelo montado tras las palabras de Parolin sobre el
celibato. Y no dijo nada nuevo: tan poco dogmático es el celibato sacerdotal
dentro de la Iglesia que en determinados ritos orientales hay de siempre
sacerdotes casados, como los hay entre los conversos de la Iglesia Anglicana,
además de ser perfectamente habitual entre nosotros el matrimonio de los
diáconos, que es un grado del sacerdocio. A pesar de todo, se ha querido
avistar una revolución. Bendito jaleo, que nos da pie a los columnistas
católicos a recordar, por un lado, que todos somos sacerdotes por el bautismo;
y, por otro, que la vocación al celibato, sea en el sacerdocio sacramental o
no, responde una llamada personal de entrega plena a Dios y para servicio a los
hombres.
También ha causado gran revuelo que el
Papa, en una distendida entrevista, haya declarado que jamás fue de derechas.
Eso sólo puede sorprender al que se cree que la Iglesia lo es. Sin embargo, lo
de las derechas y las izquierdas es de anteayer (1789) y la postura de siempre
de la Iglesia es la de la canción de Isabel Escudero: "Ni derechas/ ni
izquierdas:/ entre arriba y abajo/ es la pelea" o la de las dos ciudades
de san Agustín.
En esa entrevista, confiesa el Papa su deseo
de una Iglesia menos centrada en la homosexualidad o el aborto. Detecto ahí una
"cierta probable ingenuidad", que es la casi virtud que él
literalmente destaca de su admirado beato Pedro Fabro, tan admirable. No es a
la Iglesia a la que esos temas obsesionan, sino al mundo. Puede medirse lo poco
(aunque claro) que de ellos se habla en las Sagradas Escrituras, en la
Tradición y en el mismo Catecismo. Y ya verá Su Santidad como, a pesar de sus
deseos, que comparto, no dejan de perseguirle y de preguntarle por esos temas
ni a sol ni a sombra.
No quiero decir que Francisco no suponga
una novedad. Cada Papa trae su estilo, sus acentos (éste, en la misericordia,
por ejemplo) y su sensibilidad, que nos enriquecen. ¡Para noticia bomba de
verdad sorprendente de la entrevista, y que nos atañe como gaditanos, el que
José María Pemán sea una lectura predilecta del Santo Padre! ¡Oh, anda! Tenemos
que estar muy orgullosos.
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