Kate, una joven que vive en Australia, se
dio cuenta de que estaba por dar a luz antes de tiempo. Estaba recién en la 27ª
semana de embarazo, lo cual implica peligro de vida para el bebé en caso de
nacer en forma prematura.
Ella y David, su marido, fueron de
inmediato al hospital y al cabo de tres horas sucedió. Pero no un solo bebé,
sino dos.
Pero, en vez de alegrarse, los padres sintieron
una enorme tristeza: los bebés habían nacido prematuros y uno de ellos, el
varón, al que tenían pensado llamar Jaime, nació muerto.
Los médicos hicieron todo lo posible por
salvarlo, pero fue en vano. Colocaron al bebé sobre el vientre de su madre,
como ven acá en la foto, y su padre, David, los abrazó a los dos y le habló al
bebé: “Te llamas Jaime. Tienes una hermana y dos padres que te aman. ¡Tienes
que vivir, sí o sí tienes que vivir!”
Una de las enfermeras se acercó a David y
le pidió que se calmara: “Entiendo tu angustia, pero ya no hay nada que hacer”,
le dijo.
No obstante, el padre continuó: “¡Dios
mío, esperamos tanto tiempo a este bebé. No dejes que ahora nos abandone! ¡Por
favor, te lo pido, Padre Misericordioso!”
Para su enorme sorpresa, de pronto,
oyeron el llanto de un bebé. Jaime, el bebé prematuro, ¡resucitó y empezó a
llorar!
Y no estaba solo. Sus padres, junto a las
enfermeras también prorrumpieron en llanto, pero esta vez, lágrimas de emoción.
Jaime está con vida y está sano y sus padres están locos de alegría. ¡¡Qué
felicidad!!
Para Nuestro gran Padre no hay nada imposible, cuando aguardamos su favor con fe.
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