Una buena foto de la aldea de Argueta |
El presbiterio de la iglesia parroquial. Ciertamente, ninguno de los de la foto es este servidor. |
Ésta es la nave de la iglesia, con los feligreses. |
Algunos aún no logran comprender que el
trabajo del Seminario es, también, un trabajo pastoral, que trabajo pastoral no
lo es sólo el parroquial. En fin...
Hoy tuve la oportunidad de gustar un poco
ese fascinante ámbito: la atención parroquial. Suplí al párroco de Argueta, una
aldea de Sololá que es parroquia. Celebré tres Misas, confesé un buen rato,
conversé “en serio” con un par de personas ―aunque una de ellas, que me
conoce, me dijo que no hiciera referencia alguna a ella en lo que escribo: ¡qué
desconfiada!―.
Recordé viejos tiempos, en que, con cierto
esfuerzo, debía acomodar las Normas de piedad en el apretado horario de celebración
litúrgica y atención a los feligreses. En efecto, no hubo espacio para estirar
los pies; a esta hora tardía sí.
¿Cansado? Un poco, pero contento con la
experiencia.
Hace años, recién ordenado, atendí esta
comunidad por un tiempo. Trece años después, he visto los cambios habidos, que
no son muchos. Algo que no termina de sorprenderme ―hoy, otra vez lo he
experimentado― es que la comunicación con algunos penitentes no era la más favorable,
debido a su sordera, además de que eran un tanto mayores; se sumaba que no
entienden el español y hablaban en kiche’. Medio me di a entender con mi
kaqchikel, mientras me daban oportunidad, porque alguna se me iba escapando sin
que le haya dado la absolución...
Mañana,
a seguir con el también fascinante trabajo intelectual.
Vista aérea de la aldea de Argueta. ¿De qué año será esta foto? |
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