Pobre Jesús, que no quedaba bien con nadie
(cfr. Lc 7,31-35, evangelio de la Misa de hoy), igual que Juan Bautista.
Pero Jesús lo tenía claro: hay que hacer
bien las cosas, sin importar qué digan los demás; sólo le importaba cumplir la
Voluntad de su Padre, de nuestro Padre, Dios.
¿Acaso te pone triste o alegre lo que
digan o piensen los demás? ¿Depende de eso lo que hagas o cómo lo hagas? Pobre de
ti, porque nunca estarás tranquilo y siempre quedarás mal con alguien.
Me parece que nos hace falta, a ti y a mí,
una buena dosis de NO A LOS RESPETOS HUMANOS, es decir, no hagamos las cosas
porque nos vean o por lo que van a decir: si sabes lo que hay que hacer, hazlo
con toda paz y, te aseguro: ¡siempre habrá alguien quien hable mal de ti o no
te comprenda...! Pero serás tú mismo y estarás alegre.
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