Ser
luz del mundo, ser sal de la tierra. No vivir para uno mismo sino para los
demás. Ésta es la consecuencia lógica de estas figuras utilizadas por Jesús en
el evangelio de este domingo. Dar frutos concretos de caridad, a lo
que invita la primera lectura (ambas lecturas las pueden leer aquí). Les dejo con un trozo de las
palabras del Papa antes del Angelus de este domingo, que pueden leer entero aquí.
¡Pero qué hermosa es esta misión de dar
luz al mundo! (...) El cristiano tendría que ser una persona luminosa, que lleva
luz, siempre da luz, una luz que no es suya, sino que es un regalo de Dios, un
regalo de Jesús. Y nosotros llevamos esta luz adelante. Si el cristiano apaga
esta luz, su vida no tiene sentido. Es un cristiano solo de nombre, que no
lleva la luz. Una vida sin sentido. Pero yo quisiera preguntaros ahora: ¿Cómo
queréis vivir vosotros? ¿Como una lámpara encendida o como una lámpara apagada?
(...) ¿Cómo queréis vivir? ¡Lámpara encendida!, ¿eh? Y es precisamente Dios el
que nos da esta luz y nosotros se la damos a los demás. ¡Lámpara encendida!
Esta es la vocación cristiana.
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