domingo, 3 de julio de 2016

Colaborar para conseguir la paz familiar

Una familia "de por aquí", una familia cualquiera, como la tuya y la mía, que lucha porque todos vivan felices en el hogar.
    Entre los temas de la misión y la familia ha discurrido hoy mi homilía, con ocasión de la lectura del Evangelio (Lc 10,1-9). El bendicional suele utilizar esta propuesta para proclamar en el rito de la bendición de una casa.

     Cuando entren en una casa digan "Shalom", dice nuestro Señor, "Paz". Es el saludo de los judíos. Un don de Dios, un don sobrenatural, que hemos de cultivar también en nuestra casa. La paz de Dios en nuestro corazón es insustituible en el fundamento de la paz que reine en la casa. Si no hay paz en el corazón, no habrá verdadera paz entre los miembros de la familia.

     Luego, cultivaremos también las demás virtudes, humanas y sobrenaturales, que nos ayuden a conseguir y a cultivar la paz, por ejemplo la COMPRENSIÓN y la PACIENCIA. Tantas veces nos dejamos llevar por los arrebatos.

     En esa ocasión, viene bien aquel consejo del Santo Padre: si los esposos se tiran los platos, que se los tiren; pero que al final del día no se pongan a descansar sin haber hecho las pases. Y, después, ¡a reponer la vajilla rota!

     Saludos, amigos, en este domingo.

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