Ayer hubo Ordenación de cuatro nuevos presbíteros para la Diócesis de Sololá –ojalá no nos acostumbremos a estas caricias de Dios–, en la Concatedral de Santa Ana de Chimaltenango. Estamos a la espera del 15 de enero en que repetiremos esta fiesta con tres nuevos sacerdotes. que, sin perder su condición humana, sea transformado en cuerpo celestial e incorruptible, lleno de vida y sobremanera glorioso, incólume y partícipe de la vida perfecta”.
Especialmente emotivo es el agradecimiento que cada ordenado profesa al terminar la ceremonia. Nadie tuvo, como bromeaba uno de los ordenados, “corazón de pollo”, un corazón frío, porque cada uno agradeció con el corazón en la mano y con un nudo en la garganta.
Momento emotivo, en el discurso de uno de ellos, fue el recuerdo de Mons. Eduardo Fuentes y del P. Juan Izquierdo. Lo fue también el recuerdo de otro, de su madre que ya está en el cielo; un tercero, al recordar las muestras de afecto de los seminaristas del Seminario Menor; el cuarto –uno con bigotes–, recordó que al acabar el Bachillerato en el Seminario Menor, su padre le expresó su deseo de que fuera médico, y que estudiara para eso: “… pero yo le dije que sentía la llamada de Dios. –Papa, ahora soy médico, pero médico de almas…”
Felicito a los ordenados, que hoy y los siguientes días celebrarán su Primera Misa.
De izquierda a derecha: P. Leandro, P. Benigno, P. Rigoberto y P. Ronald
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