domingo, 26 de diciembre de 2010

La Sagrada Familia


       Asombro, en primer lugar, es lo que me produce considerar esta verdad de fe: que la Segunda Persona de la Santísima Trinidad haya querido participar de nuestra naturaleza. La vida de nuestro Señor fue, antes de los tres años de su vida pública, la misma que la nuestra: trabajo durante el día –arduo y alegre-, conversación de las menudencias del día de los conocidos en los momentos de descanso, comida a determinadas horas del día, fatiga del cuerpo, dolor y enfermedad en determinados momentos…
       Luego, fe y confianza en este Dios que ha querido hacerse uno de nosotros, que se ha hecho tan cercano.
       Esperanza en que este Dios de misericordia, que ha querido compartir nuestra naturaleza y nuestros afanes, nos comprenderá y nos “premiará” por seguir con la labor que él nos asignó –la de cualquier hombre o mujer en una familia-.
       Jesús, José y María: os doy el corazón y el alma mía.
       Jesús, José y María: asistidme en mi última agonía.
       Jesús, José y María: expire en paz con vosotros el alma mía…

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