María es la Esposa del Espíritu Santo; “el Espíritu Santo vendrá sobre ti y te cubrirá con su sombra” (Lc ), le anunció el Ángel. Desde entonces María será la morada más perfecta de Dios, la creatura en la que mejor se recrea.
El prefacio de “después de la Ascensión” es una oración maravillosa: “Pastor y obispo de nuestras almas, [Jesús] nos invita a la plegaria unánime, a ejemplo de María y los apóstoles, en la espera de un nuevo Pentecostés”, de un Pentecostés que purifique y abrase los corazones en amor de Dios.
Me he hecho el propósito de seguir repitiendo la jaculatoria: “ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor…”
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