Tenía pendiente escribir estas líneas, en agradecimiento a las Hermanas de María por su labor abnegada en beneficio de los pobres, también en Guatemala.
El pasado domingo de Pentecostés tuve la oportunidad de ayudarlas –ellas también lo hicieron conmigo– sacerdotalmente: confesé a un buen grupo de muchachos, celebré la Santa Misa, di una charla y recé un rato.
Me contaron que hay cerca de mil doscientos alumnos en la Villa de los Niños, y un tanto semejante en la Villa de las Niñas, situada en otro enclave de la capital. Las Hermanas de María, comunidad fundada por Mons. Aloysius Schwartz, se dedican a dar educación a jóvenes que no tienen recursos materiales para ello. Su sistema de internado permite que los jóvenes puedan dedicarse de lleno a su formación y al estudio.
El espíritu cristiano está presente en todos los ambientes, regularmente en lo oculto, sin ostentación, pero de manera eficaz. Dios bendiga a las Hermanas de María y sus apostolados. Un profundo agradecimiento por su ayuda.
Aunque el siguiente video es de una “Villa” en México, es parecida a la de Guatemala a la que fui.
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