miércoles, 28 de julio de 2010

Estuve de retiro espiritual


Después de dejar los pueblos que atendí, de los que he venido muy contento de ayudar en lo que he podido, he pasado un buen rato de retiro espiritual con un buen grupo de sacerdotes en Logroño, "abochornados" más que por alguna situación embarazosa, por el "bochorno" que estaba haciendo: estaba soplando viento del sur, viento caluroso.

Además de una buena inyección de afán por mejorar la vida sacerdotal, me ha sucedido lo que con frecuencia a algunos: se me ha quedado una anécdota contada en una meditación:

Estaba una sala abarrotada, queriendo escuchar al conferenciante. Después de un buen rato de discurso, hubo un apagón. Cuando vino la luz nuevamente, estaba la sala vacía, excepto por uno que ya se estaba marchando. El conferenciante, sacó un arma y apuntó, desde la tribuna, al oyente ya solitario:

-- Quieto allí. ¡Si sale lo mato!

-- ¿Cuánto le queda? -le preguntó el amenazado-.

-- ¡Veinte minutos! -le dijo el conferenciante-.

-- ¡Dispare! ¡Esto no hay quien lo aguante...!

No todos logran cautivar a su público. Al menos no pretendo aburrir tanto...

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