domingo, 13 de febrero de 2011

Aprender a conducir

Desde luego que éste no es mi carro.

       Me gusta conducir, pero casi siempre voy con prisa… Ésta suele ser la fama de los sacerdotes, llevados por la abundancia de trabajo y la escasez de sacerdotes. Como el hombre es un animal de costumbres, aunque a veces ya no se tenga prisa, se sigue conduciendo muy rápido, ojalá sea cada vez menos temerariamente…
       En fin, en lo que toca a mí, tengo amplio campo para ejercer la paciencia, no sólo respecto a tenerla con los demás conductores, pues a veces su forma de conducir deja mucho que desear, sino también que no me entre la prisa a mí y sea un conductor ejemplar.
       He tomado práctica en la conducción. Ojalá condujera mi vida y mi sacerdocio con igual destreza… Aunque, mejor lo dejo en manos “Del de arriba”, que no sólo me ayudará a guardarme bien de los peligros del camino sino que sabe mejor qué camino tomar para llegar a buen puerto.

1 comentario:

  1. Muchas gracias por brindarnos la fuente del éxito, ya que teniendo esos valores y la responsabilidad podremos conseguir cumplir nuestras metas.

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