jueves, 24 de febrero de 2011

"He pecado y nada me ha sucedido"

       ¿Hay quien pueda decir esto? Aunque no lo haya escuchado personalmente de labios de alguno todavía, supongo que sí puede suceder. Esta frase la recoge el libro del Eclesiástico, en el pasaje que se leyó hoy en la Santa Misa (5,4).
       Es un auténtico y escalofriante reto a la justicia divina, que parece inactiva. Simplemente, Dios es paciente, y no tardará, seguro que lo hará, en darle a cada quien el fruto de sus obras.
       Además, nos advierte el texto que no hemos de ampararnos en la infinita misericordia de Dios para pecar y pecar más, confiando en que nos perdonará al final. Es una falsa seguridad. No hay que tentar a Dios y a “la suerte”, porque sólo tenemos una oportunidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario