Suelo tener la misma receta para todos, pues está en la base: oración, Eucaristía, Confesión frecuente, la Virgen. Después se puede ir afinando... Lo siguiente fue lo que le escribí.
Es cosa buena que te plantees algo tan importante para la vida de todos. Es claro que Dios, al crearnos, ha dado un propósito a nuestra vida: nos ha creado para algo. ¿Qué es? Él lo sabe, y tratamos de descubrirlo. Allí radica el secreto de nuestra felicidad.
Lo más importante es tener trato (conversación, relación) con Dios, para que nos diga qué quiere que hagamos con nuestra vida.
Es importante, pues, darle tiempo a la oración, ese rato cada día para conversar familiarmente con Él (unos diez o quince minutos diarios, para comenzar).
Es bueno también que le des importancia a la Santa Misa, al menos la de cada domingo, pues allí encontramos al Fin de nuestra existencia, allí está sacramentalmente. No cabe mejor unión aquí en la tierra que recibir la Eucaristía.
Luego, es preciso que tomes cariño a la Confesión frecuente, ser consciente de tus pecados y ser humilde para pedirle a Dios perdón de ellos. La Confesión limpia y fortalece.
No dejes de invocar a la Virgen todos los días.
Éstas son unas cosas fundamentales que te pueden ayudar a descubrir la Voluntad de Dios para tu vida, sea cual sea tu vocación. A cualquier cristiano le es indispensable este mínimo de trato con Dios.
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