viernes, 6 de noviembre de 2015

¡Gracias, Señor, por los nuevos sacerdotes!

    Parroquia de Santiago Apóstol, Santiago Atitlán. Hoy, viernes 6 de noviembre, hemos participado de la Misa en que fueron ordenados sacerdotes Antonio Tacaxoy y Diego Mendoza, exalumnos del Seminario de Sololá. Son los dos primeros de los cinco que están previstos ser ordenados este fin de año para la Diócesis.

    Ayer, por la noche, hubo una Hora Santa: el Señor fue expuesto, para la adoración de todos, en el escenario de las ordenaciones de hoy. El clima estaba fresco, pues había llovido antes y estaba nublado. Cantos y oraciones se fueron intercalando, mientras la gente adoraba a Dios en la Custodia. Se palpaba la fe de la gente, que edificaba a los sacerdotes que estábamos presentes.

     Hoy, el día fue espléndido. El grande y magnífico atrio de la iglesia estaba preparado para la ocasión. El escenario estaba precioso, construido y adornado para la ocasión.

     Una hora antes, más o menos, cada uno de los diáconos ordenandos llegaron al lugar, con sendas comitivas compuestas por un coro y los familiares y amigos del "enfiestado".

     La Santa Misa con el rito de ordenación se desarrollaron con parsimonia, piedad y fe. Fue apreciable el esfuerzo de Mons. Gonzalo de pronunciar un breve y retórico discurso en tzutuhil, lengua de la población, esfuerzo que fue aplaudido por los circunstantes.

     También me recuerdo de la emoción de los diáconos que fueron ordenados presbíteros. Además, hay que reconocer la magnífica organización del evento por parte de la comunidad atiteca, encabezada por su párroco y los sacerdotes que le ayudaron. Personalmente les agradezco las atenciones de las que disfruté.

     En verdad, es motivo de acción de gracias a Dios este regalo. Confiamos a Dios el ministerio y la fidelidad de los nuevos sacerdotes Antonio y Diego. Estas letras sirvan de felicitación a ellos.

     Las fotos las he tomado del amigo Miguel C., quien las publicó en el "Face", a quien se las agradezco.









Manos consagradas que bendicen. Aquí, el P. Antonio.

El P. Diego, cuyas manos están consagradas.



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