viernes, 7 de octubre de 2016

En el día de la Virgen del Rosario, preparándonos para las Ordenaciones

Nuestra Señora del Rosario, en Santo Domingo.
     Para los cristianos, hijos de Dios y de María, hoy es un gran día, al celebrar la fiesta de la Virgen del Rosario, advocación de mucha devoción en Guatemala. El templo de Santo Domingo, aquí en Guatemala, y la Catedral de Quetzaltenango deben estar rebosantes y alegres de fiesta.

    La fiesta nos invita a, entre muchas otras cosas, a cuidar mejor el rezo del Santo Rosario, contemplar los otros misterios, considerar nuestra filiación a María, cuidar las otras devociones a la Virgen. ¿Cómo un hijo va a ser tacaño en el amor a su madre? Nosotros, con la Virgen, tampoco.


     También estamos de fiesta porque en la Diócesis de Sololá-Chimaltenango mañana habrá ordenación de tres nuevos sacerdotes en la Catedral de Sololá. Yo tengo motivos de estar más contento, porque Elmer, uno de los que se ordenarán, es primo mío. Acompañaremos también a Simión y a Nicasio en este gran día.

    Uno de mis alumnos me dijo que gran alegría debe tener un formador porque algo ha dejado en el corazón y en la personalidad de cada alumno que se ordena sacerdote. Sí, lo creo, aunque me da mucha más alegría que, siendo sacerdotes fieles, sean una bendición para la Iglesia.

    Además, con estas letras quiero agradecer por las muestras de cercanía y cariño, además de fraternidad sobrenatural que mostraron, por la felicitación que me hicieron llegar con motivo de mi reciente cumpleaños.

    Sin embargo, agradezco mucho más su oración dirigida a Dios. Con cierta frecuencia me llegan mensajes que me dicen: "se sintió su oración, Padre". Algo semejante puedo decir. Dios les bendiga, amigos y hermanos.

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