En mi pueblo de Patzicía hay dos cementerios, eran conocidos como el de los ricos y el de los pobres... Eso ha quedado atrás, pues se han mezclado.
Ayer fui al cementerio de "La Muchacha" -llamado así por la finca que se sitúa a la par-. Además de acompañar a mi mamá llevando flores, fui a rezar por el alma de mi hermano y su suegra. Mi hermano falleció hace apenas un año aproximadamente. Hoy mismo lo hemos recordado con lágrimas en los ojos.
Hoy también fuimos al otro cementerio, llamado de "Pachitol", para rezar por mis abuelos y demás familiares difuntos que han sido sepultados allí. Después de adornar su sepultura, rezamos un responso por ellos. Al ser en horas de la mañana, encontramos poca gente. Por la tarde irían más.
Por la tarde celebré la Santa Misa por el alma de todos los fieles difuntos, especialmente por los míos y por los que de ellos nadie se recuerda.
En la homilía sugería la consideración de la solidaridad sobrenatural que hay entre los hombres y, especialmente, los cristianos, gracias a la salvación ganada por Cristo para nosotros. En efecto, ayer celebramos a todos los santos, hermanos nuestros, que ya llegaron a la meta, pero que no están ociosos gozando sino que interceden por nosotros. Luego, las almas del Purgatorio rezan por nosotros, interceden por nosotros. Por último, nosotros también rezamos por ellas y damos gloria a Dios junto con todos. Esta bendita solidaridad la llamamos COMUNIÓN DE LOS SANTOS.
Sí, no estamos solos. Dios nos reúne a todos y nos quiere junto a Sí. Que en este mes de noviembre recemos especialmente por los fieles difuntos.
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