Recientemente me escribían al Face, preguntando por la manera de explicar a un "evangélico" la existencia y la razón del Purgatorio, una verdad que distingue el Credo de la Iglesia. Es una pregunta legítima y en este mes de noviembre hemos estado encomendando las almas del Purgatorio.
Le sugerí leer los números 1030 a 1032 del Catecismo de la Iglesia Católica, además de leer algún artículo más. Pero una cita de la Sagrada Escritura que se usa con frecuencia para argumentar sobre el Purgatorio -y que los evangélicos no aceptan, porque el libro no está en "su" Biblia- es el Segundo Libro de los Macabeos 12,46. A nosotros nos parece muy obvia esta verdad, pero no lo es para los demás -si es que son leales y no se cierran a razonar-.
Sin embargo, el tema de fondo no es el argumento -que nos viene de la Revelación, es decir, Dios mismo nos lo ha transmitido- sino el tener o no tener nuestra fe. Un evangélico, es obvio, no comparte nuestra fe, por lo que no va a ser fácil convencerle. Sin embargo, hay que rezar por él y, con paciencia, explicarle tales argumentos.
En la homilía del domingo explicaba que debíamos agradecerle a Dios el tener el regalo de nuestra fe, pues es tan obvia, rica y reconfortante. Prueba de ello es la vivencia del Año Litúrgico que acabamos de inaugurar, lo que no encontramos en las iglesias evangélicas.
¡Gracias, Señor, por darme el regalo de la fe y de pertenecer a la Iglesia!
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