El otro día me enviaron una caricatura: Santa Claus, de tamaño grande, ocupando el lugar del Niño Jesús en el pesebre; mientras, Jesús está en brazos de María, junto a José, ambos junto al pesebre. El "Santa", uraño, no quiere obedecer a José que le está expulsando del pesebre.
Algo así ha sucedido en nuestros tiempos: La Navidad, fuera de la Iglesia, se ha reducido a lo comercial. Quienes se dan regalos son los demás; los regalos no son para Jesús, cuyo nacimiento celebramos. Me he desilusionado un momento al ver que el lunes pasado, 26 de diciembre, no había ya ambiente de Navidad por las calles ni por las emisoras. Se gastaron pronto. En cambio, nosotros, apenas comenzamos su celebración.
Que el Niño Dios traiga paz y alegría en sus familias y en su corazón. ¡Feliz Navidad!
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