En el año sacerdotal...
Me ha venido como anillo al dedo mi retiro mensual. Siempre hace falta tomarse un respiro en medio del trajinar diario, para reflexionar, para encararse con Dios y con uno mismo.
D. Santiago Ausín, profesor de la Facultad de Teología en la que estudio, y ha sido mi profesor de Hebreo bíblico, nos predicó el retiro. Además de animarnos a no tener miedo al mundo actual, a lo que nos presenta, nos recordó que somos pastores por voluntad divina.
La primera meditación me recordó las consideraciones del P. Ángel María sobre la fe de los sacerdotes. ¡Qué bien vino para la consideración personal la primera lectura de la Misa de ayer! (1Tm 4,12-16): Que nadie menosprecie tu juventud. Procura, en cambio, ser modelo para los fieles en la palabra, en el comportamiento, en la caridad, en la fe, en la pureza. (…) No descuides el carisma que hay en ti, que se te comunicó por intervención profética mediante la imposición de las manos del colegio de los presbíteros.
Fe. Principalmente ante las dificultades. Cuando vienen las tentaciones, cuando pesa el trabajo pastoral, cuando vienen los problemas o las incomprensiones: Fe. Porque somos sacerdotes por voluntad divina, y Él nunca abandona lo que ha comenzado: “Dios que comenzó en ti la obra buena, Él mismo la lleve a término”, sonó la oración-invocación del obispo el día de la ordenación.
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