lunes, 7 de septiembre de 2009

¿Qué dicen del sacerdote?


El sacerdote es como un candil, que en medio de la oscuridad se ve desde todos lados. Con el consiguiente esfuerzo por llevar una vida santa, sin embargo no se exime del peligro de ser juzgado no tan benévolamente. Éstas son algunas cosas que se dicen de los sacerdotes:

Si el sacerdote es apuesto: ¿Por qué no se casó?
Si es feo: ¡no encontró con quien casarse!
Si anda vestido de civil: ¡es un mundano!
Si lleva el traje clerical:
es un conservador tradicionalista.
Si no trata a la gente con mucho cariño:
¡que frialdad!
Si trata con amabilidad: tiene intenciones dudosas.
Si se deja el pelo largo:
¡estos curas revolucionarios!
Si lo tiene corto: ¡qué anticuado!
Si se queda en la casa parroquial: no visita a las familias.
Si hace algunas visitas: ¡nunca se le encuentra en la parroquia!
Si hace algún arreglo:
tira la plata por la ventana.
Si no lo hace:
tiene todo abandonado.
Si bautiza y casa a todo el mundo: le gusta "derrochar" los Sacramentos.
Si insiste en la preparación previa: pone un montón de trabas a la gente, eso ya no es importante....
Si tiene consejo parroquial: ¡se deja manejar por cualquiera!
Si no tiene consejo parroquial: ¡es un individualista y él lo quiere hacer todo..!
Si renueva la parroquia: ¿qué ocurrencia tendrá ahora?
Si mantiene todo igual: ¿en esta parroquia nunca pasa nada?
Si predica 20 minutos: ¡es una radio, no termina de hablar nunca!
Si su homilía es breve:
no explica bien las cosas... ¡cuál es su prisa!
Si habla con voz fuerte:
rezonga.
Si lo hace en tono natural: no se lo escucha, ¡no sabe hablar!
Si toca problemas sociales:
se está metiendo en política.
Si habla de la contemplación:
¡siempre esta volando, tiene aire en la mente!
Si anda solo:
¡no comparte con nadie!
Si anda con hombres:
oh, derrepente es...
Si anda con mujeres:
¡está enamorado y ya pronto cuelga sotana!
Si es joven:
no tiene experiencia, ¿quién lo va escuchar?
Si es viejo:
¡debería pedir su jubilación y largarse ya!
Pero... si llega a irse o a morir: ¡es realmente irremplazable!

Lo bueno es que no lo hacemos por agradar a los hombres sino a Dios. Gracias al P. Álex Díaz que me lo envió.

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