lunes, 9 de marzo de 2015

Nuestro pasado ascenso al volcán Tolimán

     "De poetas y locos, todos tenemos un poco", creo que dice el refrán. Lo de "loco" se cumple en los que deciden escalar un volcán, con todo lo que eso conlleva.

     Había comentado en entrada anterior que íbamos a subir al volcán Tolimán, que se encuentra a orillas del Lago de Atitlán. En total fuimos 20 los escaladores (alumnos de Segundo de Filosofía y dos padres), algunos expertos y otros novatos. Empezamos a subir al fin de la tarde del día viernes 6, para quedarnos a un paso de la cima y pernoctar allí. Esto fue toda una historia...

     Para los expertos fue "pan comido": ascender en lo empinado, cargar con las provisiones, aguantar el frío y la oscuridad -aunque auxiliados por linternas-... Y lo decían: "¡Éste es el "chiste" de subir un volcán...!" En cambio, para el grado inexperto, fue una locura, incluyendo incomodidad, frío, calambres...

     Además, varios íbamos confiados en las manos de los que guiaban el grupo, que subían a ritmo exigente. ¿Qué nos encontraríamos arriba? ¿Habría algún lugar para descansar al menos sin que peligre la vida?

     El ascenso estuvo muy exigente, pero aguantamos el trote. En tres horas y media llegamos a una media cueva que había cerca de la cima, para poder descansar un poco. Aunque, el viento se dio cita justamente esa noche y la siguiente en todo el territorio, y a nosotros nos tocó "disfrutarlo" arriba. Para quien no iba lo suficientemente preparado, el frío le calaba hasta los huesos. Pero lo remediamos como pudimos. Después de la cena, suficiente y alegre para reponer lo gastado, nos pusimos a descansar, pasada la media noche, intentando descansar, porque a las cuatro y media de la mañana debíamos estar en pie nuevamente, para disponernos a ver el amanecer más arriba.

     ¡Qué emoción ver el amanecer! Aunque el viento amenazaba con llevarnos en volandas, pudimos disfrutar ese espectáculo de milagro. Además, el Volcán de Fuego que se veía en el horizonte, nos saludó con una fumata...

     La subida en sí ya es gratificante -para los "locos"-, y disfruté mucho. ¡Ya hacía años que lo hice la última vez! Pero, la coronación fue el espectáculo del amanecer. Estoy dispuesto a disfrutarlo nuevamente, "si Dios nos da licencia", como decimos por aquí. Apenas les dejo unas fotos.
Antes de empezar a subir, el Via Crucis de los cofrades de Santiago Atitlán.

"Atravesando Mordor..." En las faldas del Volcán Tolimán.

El amanecer y el Volcán de Fuego, saludándonos a la distancia.

Apreciando el espectáculo.

El sol invictus...

Una maravillosa panorámica que me dio mi pequeño teléfono.

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