sábado, 21 de marzo de 2015

¡Vaya Volcán el de Atitlán!

    Hace dos semanas subí, con alumnos del Seminario, el volcán Tolimán, que mide menos de 3,200 metros sobre el nivel del mar. En esta ocasión -entre ayer y hoy-, subí, con otros alumnos del Seminario, el volcán Atitlán, que está a la par del de Tolimán, detrás, viéndole desde el Lago. Este volcán se eleva a la altura de poco más de 3,500 kilómetros. Estaba leyendo algo sobre el Volcán y me entero que su última erupción fue de 1853. Con razón las "calderas" que tiene casi en la cumbre y en la cumbre misma, es decir, un sitio caliente que suelta vapor. Son una especie de respiraderos del volcán.

     Bueno, la cosa es que disfruté nuevamente, aunque me cansó más que hace dos semanas, en mi anterior ascenso, pues el terreno de la cúspide era más o menos impracticable. Pongo alguna foto de ello.

     En esta ocasión acompañé a los alumnos de Primero de Filosofía y el P. Marvin. Fue un grupo alegre, que no se cansaba de bromear y conversar mientras ascendían. Eso indica que no les costaba demasiado. Dormimos a la mitad, más o menos, del Volcán. El sitio y el clima fueron más amigables que hace una semana, que nos sopló un viento frío y continuo.

    El ascenso de esta madrugada -para intentar ver el amanecer- y el descenso nos han agotado bastante. Además, no tuvimos el lujo de ver el amanecer, pues el día estuvo nublado, aunque tuvimos unos momentos de éxtasis cuando las nubes nos lo permitían.

     Lo que fue una experiencia inigualable fue la posibilidad de celebrar la Santa Misa en la cumbre. Aunque con cierto frío, pudimos celebrar con piedad, con un altar hecho de piedras y con una cubierta de madera que habíamos preparado a propósito. Me recordó los altares que construían los patriarcas en el AT para ofrecer algún sacrificio al Señor. En determinado momento la niebla cedió; mientras decía la breve homilía, fue como una caricia de Dios que el radiante sol nos iluminara y calentara un poco.

    En fin, he disfrutado, he convivido, he conocido un poco más a nuestros muchachos, y he aprovechado a purgar un poco mis pecados y rezar por tantas intenciones.
Aunque no tuvimos la suerte de ver el amanecer, tuvimos otros regalos grandes. Ha merecido totalmente la pena.

Suerte de principiante. Me salió esta foto casi sin querer...

Viendo hacia el lago, una maravilla: la cadena de volcanes que se alza hacia el Occidente.

Unas sorprendentes flores que crecen maravillosamente en la cumbre, en esa piedra volcánica.

Mientras descendíamos. La parte última del ascenso es en este terreno difícil.

Este "trabajo" fue la recompensa, y más... Pudimos celebrar la Santa Misa arriba. Espero que a Dios le haya agradado nuestro esfuerzo y "nuestro" Sacrificio.

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