jueves, 12 de noviembre de 2015

Maravilloso testimonio sobre el amor y el poder de Cristo en el Santísimo Sacramento

     Transcribo ahora, con mucha alegría, un testimonio que me ha llegado. Lo publico con el permiso del protagonista, amigo mío, como testimonio de que Dios escucha las súplicas y nos responde. Así lo justifica nuestro amigo: “Quiero, Padre, que mi testimonio sea una forma de evangelizar, una forma de decirle a quien no crea, que Cristo está presente en la Hostia Consagrada, que es Él en su Cuerpo, Alma y Divinidad”.

     AQquí el sorprendente pero no raro testimonio:

     En abril de este año, me fue diagnosticada una piedra de 1.1 cm. en el riñón izquierdo. El urólogo me pidió hacerme un ultrasonido en el riñón por el dolor agudo que presentaba en esa región.

     Ese mismo día a las once de la mañana me hice el ultrasonido; allí se veía claramente la piedra de más de un centímetro. El médico me indicó que debía operarme y que la operación tenía un costo de Q20 mil. Yo me asusté mucho.

     Con todo, el doctor me indicó que necesitaba saber exactamente cómo y dónde se encontraba la piedra; para ello debía hacerme una tomografía del riñón. Así lo hice: a las tres de la tarde de ese mismo día.

     Mientras esperaba los resultados me fui a la Iglesia de la Merced de la Antigua a suplicarle a Nuestro Señor que me sanara. Entré a la iglesia y me sorprendió agradablemente ver expuesto el Santísimo sobre el altar. Tan necesitado, mi alma estaba tocada y necesitaba abrírsela a Jesús. Me acerqué lo más que pude y me arrodillé delante de Él; llorando le pedí que me sanara, puesto que yo no tenía ese dinero para operarme. No recuerdo haber orado con tanta fe como entonces.

     Luego me encaminé hacia el laboratorio para recoger los resultados del examen; todavía tenía lágrimas en los ojos cuando los recibí. El médico que me había atendido estaba perplejo, que no se creía el resultado. Éste era el diagnóstico de la tomografía: “RIÑÓN EN PERFECTO ESTADO DE SALUD. NO SE OBSERVAN CÁLCULOS NI RESIDUOS".

     Yo me puse a llorar aún más, pero esta vez de agradecimiento a Dios por su inmediata respuesta. Desde ese día no he sentido molestia alguna en el riñón. Conservo ambos testimonios, tanto el ultrasonido como la tomografía, en donde se nota perfectamente que a las once de la mañana estaba la piedra y a las tres de la tarde ya tenía limpio el riñón.

2 comentarios:

  1. Gracias por compartir su vivencia y milagro. Dios se manifiesta cada día y en ocasiones más, como este caso. Infinitamente alabado mi Jesús sacramentado.


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    1. Gracias por su comentario, Profe. Dios lo bendiga. Que nos anime para quererle más, para no hacerle esperar, pues está allí, esperándonos siempre en el Santísimo Sacramento. Saludos.

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