domingo, 11 de diciembre de 2016

La excursión familiar siempre es alegre

    Hace una semana compartí con parte de mi familia una excursión nada más y nada menos que al volcán de San Pedro, en Sololá. Siempre me encantan estos días en que puedo compartir más con ellos, especialmente estas aficiones un poco locas.

     En esta ocasión, nuestra compañera de ascenso más pequeña fue una prima de siete años de edad. En verdad fue una odisea para las más pequeñas del grupo, como pueden imaginarse, pero confiaron totalmente en sus padres, que iban en la expedición. Subimos, como es de suponer, a un ritmo aceptable, de la capacidad de todos. Subimos de noche y dormimos arriba. Estando cerca del cráter, pasamos una noche magnífica, porque no hacía tanto frío. A la madrugada del día siguiente subimos lo que quedaba y esperamos el amanecer. Dios fue muy bueno con nosotros, como siempre, pues nos regaló una vista bastante buena.

     Los 'pedranos' fueron muy buenos con nosotros: los encargados del Parque Ecológico fueron muy deferentes, atentos a que nos fuera bien, pues nos llamaron preguntando sobre cómo estábamos. Además, el lugar está bien cuidado y señalizado que no hay donde perderse. Aquí algunas fotos, gracias a "Willi".
Como puede observarse por nuestras fachas, aquí estamos de vuelta.

Una panorámica desde la atalaya de la cima.

Desde la cima, el Lago de Atitlán.

Los volcanes de Tolimán (izq) y Atitlán.

Al descender, tuvimos esta vista desde el Mirador.

La más pequeña del grupo, en el descenso.

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