Del retablo de Torreciudad |
Obrero, trabajador... Me encanta esta
perspectiva de la vida de San José. El Dios eterno, encarnado, quiso aprender a
trabajar como su padre aquí en la tierra.
Algo que me maravilla ―y no me canso de admirar―
es cómo San José no se cohibió ni se amilanó ante tamaña responsabilidad.
Algo tendrá el trabajo que, no sólo Dios
nos creó para que mantuviéramos este jardín del mundo, sino, el Dios humanado
quiso trabajar y ganarse el pan con el sudor de su frente..., y con tanta
alegría.
Aunque me cueste, trataré de hacer buena
cara en el trabajo ―aunque a veces no me ayude la cara―. Cómo me recuerdo de
aquella ocasión en que, acompañando a un grupo de voluntarios españoles en un
campo de trabajo, les canté aquella canción y que no hacían luego sino cantarla
repetidamente: “Es una lata el trabajar / todos los días te tenés que levantar.
// Aparte de esto, gracias a Dios / la vida pasa felizmente si hay amor”.
¡Y hoy comienza el mes de mayor! “El mes
de Mayo ―pronunció en 1979 el papa Juan Pablo II― nos estimula a
pensar y a hablar de modo particular de Ella. En efecto, éste es su mes”.
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