¿Hígado graso? He tenido que tratarme en
una ocasión de ello. Es claro que, cuando no estamos bien educados –o no está
dentro de nuestras posibilidades–, podemos caer en una enfermedad, que el
cuerpo siempre pasa factura cuando no se le trata bien. Con el presente
artículo –que me parece muy provechoso, aunque no sé qué dirán los médicos si
es del todo acertado–, podrían moverse a cuidar mejor lo que les entra por la
boca. Sobre todo, me ha gustado la recomendación de beber más agua y menos
gaseosa.
Recordemos un poco. El hígado es como el
laboratorio de nuestro cuerpo, se encarga de purificar la sangre, ayudar al cuerpo a utilizar los
alimentos como nutrientes, a digerir las grasas por medio de la bilis, almacena
vitaminas y minerales, entre otras funciones. Cuando el laboratorio falla,
pueden presentarse problemas como el hígado graso. ¿Qué puede hacer que
falle el laboratorio?
Pues la mala alimentación, la obesidad, la diabetes, la desnutrición en
proteínas y por supuesto, el consumo desmedido de bebidas alcohólicas.
Puede llegar a ser un padecimiento
asintomático; sin embargo, de presentarse síntomas, los más comunes serían: fatiga crónica, dolor en la parte superior
derecha del abdomen, malestar general y sensación de pesadez después de las
comidas.
Los exámenes clínicos que pueden detectar esta enfermedad, son: una
ecografía (o ultrasonido) por medio del cual se detecta el brillo del hígado
(entre más brille, más dañado está); o bien, mediante un examen de sangre en el
que se evalúa el nivel de las transaminasas. Por eso son importantes los
chequeos constantes, pues si no detectamos esta enfermedad a tiempo, algunos
casos pueden terminar en una cirrosis irreversible.
Lo importante es saber cómo podemos prevenirlo. Es importante
evitar bajar o subir de peso de manera brusca, pues esto puede aumentar el
riesgo de padecer hígado graso: recuerda que la mejor forma de perder peso es
hacerlo de una manera gradual.
El consumo de antioxidantes como vitamina A, C,
E y Selenio combate la degeneración celular y evita el posible padecimiento del
hígado graso. ¡A comer alimentos y bebidas con antioxidantes! Café, té verde y
frutos rojos son buenas opciones.
La alimentación
juega un papel muy importante al tratar de prevenir este padecimiento; tu
consumo de vegetales debe aumentar y disminuir
el de los carbohidratos refinados (dulces, galletas, alimentos ricos en harinas
cereales endulzados, por ejemplo).
Si vas a consumir lácteos, que sean reducidos en
grasas.
Olvídate de las bebidas gaseosas, consume agua natural, y
mínimo 2 litros al día.
No consumas alimentos preparados en salsas cremosas y muy espesas.
Trata de evitar la comida muy frita o alta en grasa
saturada (piel de carnes, carnes grasosas, manteca, coco, mantequilla, tocino,
etc.).
El consumo de alcohol debe ser controlado. No
abuses.
Aumenta el consumo de fibra natural, de vegetales y
cereales integrales, esto ayuda a que tu organismo no absorba tantas grasas y
azúcares.
Consume en cantidades moderadas pescado azul, semillas y frutos
secos, pues ayudan a controlar el colesterol.
Hacer ejercicio también es una parte importante en esta lucha;
realiza por lo menos 30 minutos de ejercicio aeróbico diariamente, y si puedes
aumentar poco a poco tu rutina, los resultados serán mejores.
No te saltes alimentos, trata de comer 5 veces al día.
Todos estos consejos te pueden ayudar,
tanto a prevenir, como a tratar el padecimiento de hígado graso. En la
actualidad, los avances en la ciencia han permitido demostrar que la
alimentación juega un papel muy importante en nuestra salud, pues se encarga de
surtir a nuestro organismo de las sustancias necesarias para vivir; de lo que
le demos dependerá el que tengamos o no ciertas enfermedades; al fin y al cabo,
¡somos lo que comemos! Recuerda: ¡Tú generas el cambio!
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