La vida es siempre un milagro. El día
sábado ha nacido mi último sobrino, a quien han llamado Pablo David. Un bonito
nombre, lo admito.
Cuando pasamos visitándolo ―por
supuesto, también a sus papás―, quienes me acompañaban se sorprendieron cuando
les dijeron que tenía apenas dos horas y media de nacido.
Cuando pasamos, estaba durmiendo, estaba
bien portado. Dios quiera que así sea de bien portado siempre. Desde luego, le
he hecho la señal de la Cruz y le he bendecido.
He felicitado a sus papás. La mamá, con
rostro sonriente, aunque cansado, me dijo: “bautice a mi niño de una vez”; le
dije que había que guardar ciertas formalidades y que debíamos prepararnos bien
para el acontecimiento. Ya sé que ellos están bien preparados, pero esperaremos
a que la mamá esté bien repuesta.
Felicidades Olga y David, felicidades
Pablito.
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