lunes, 17 de enero de 2011

"Gazapos del 2010"

       El pasado 5 de enero incluí en una entrada del blog “Aciertos y Gazapos del 2010” de María del Rosario Molina, tomada de su columna en Prensa Libre. Incluimos ahora la segunda parte, muy aleccionadora; la alabanza es también para los que escriben con corrección.

       En primer lugar un ¡Viva! para quienes hablan de “arándanos” y no de “cranberries”. En las recetas de cocina y en muchos supermercados ya escriben el término en español. Falta que corrijan “especies”, que son las animales y fiscales, entre otras, por “especias”: pimienta, nuez moscada, canela, y otros productos que sirven para darles sazón a los alimentos. La segunda es para quienes han leído en la nueva gramática que “haber” se sigue conjugando, cuando es impersonal, únicamente en la 3ª. persona del singular. Esas personas no sueltan un “han habido”, “hubieron” ni un “deben haber” cuando el objeto directo es plural.
       Y ahora las críticas: La número tres: En casi todos los periódicos se lee “Ágatha” al referirse a la tormenta que asoló el país en el 2010. En español, este nombre se escribe con acento gráfico y sin hache: “Ágata”. Si se conserva en inglés —todos esos fenómenos tienen nombres anglosajones— es “Agatha” con hache y sin tilde, pues en dicho idioma esas virgulillas, o rasgos, que marcan el acento tónico no existen. Al usar tilde y hache están creando un híbrido ortográfico, ni siquiera un anglicismo. Una amiga muy ingeniosa bautizó a su minina “la gata Cristi”, en honor de la famosa novelista inglesa de misterio Agatha Christie (sin tilde) que nos dejó sin dormir no pocas veces, tratando desde el principio de descubrir al asesino, mas eso solo Miss Marple o Hercule Poirot podían hacerlo. También hay que recordar que los huracanes (voz del caribeño taíno, del tronco arahuaco) llevan nombres de varones y las tormentas, de mujeres. Es justo: Ellos suelen ser más destructores que nosotras.
       El número cuatro es seguir llamando “berries” a las fresas, frambuesas, moras, zarzamoras y demás “bayas”, su nombre adecuado en nuestro idioma. ¿Por qué si tenemos en español una palabra para designar esos frutos debemos usar el vocablo inglés? ¿Y por qué les dicen “nichos” a los “espacios”?: “Nicho ecológico, económico”, etc. No importa que un científico de habla inglesa haya utilizado, mal, ese nombre, de una palabra cognada, por muy sabio que fuera, quizás porque no conocía el término apropiado en nuestra lengua. En español “nicho” es una concavidad hecha en las paredes para colocar esculturas y otros adornos, u otra donde se colocan los cadáveres en los cementerios… y punto. Solo falta que alguien diga “el nicho exterior, mi nicho vital, el nicho planetario”, en lugar de “el espacio exterior, mi espacio vital, el espacio planetario”. Es válido recurrir a agregarle una acepción a un término, cuando no tiene equivalente para designarlo, en caso contrario, no. Por eso se dice “alquilo casa” y no “rento casa”, “solicité el empleo” y no “apliqué al empleo”. Ese fue el quinto gazapo, y no es nuevo.

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