viernes, 2 de septiembre de 2011

Ser sacerdote


     ¿Tiene permiso el sacerdote de estar un poco cabizbajo? El estar con una modorra y sentirse a veces la cabeza y el ánimo un poco “desactualizados” le puede ocurrir a cualquiera, y el sacerdote no se salva.
     Estaba así después del almuerzo, rezando el Rosario caminando, para no dormirme. Luego, vino alguien pidiendo que se le vaya a ver a “su enfermo”. Me fui, lo confieso, arrastrando el cuerpo, un poco contrariado por romper el plan de la tarde.
     Llegué al lugar, le di la Unción a la anciana enferma –acaban de celebrarle su cumpleaños número cien; esta mañana la dieron por muerta un momento– y me vino al corazón la alegría de poder ayudar sacerdotalmente, especialmente cuando he visto la agonía de esta pobre mujer y le he dado la Unción. Dios la ayude en este tránsito suyo, si ya es hora. Al menos, ya va bien preparada.

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