El Adviento es preparación de la Navidad. Después de la Resurrección, el Nacimiento del Señor es lo más grande. Ahora bien, la Navidad no es el mero día sólo del 25 de diciembre, sino que, en la Iglesia, se extiende hasta el día del Bautismo del Señor (fiesta movible, más de quince días después de la Navidad).
Pero, por estas tierras, como le comentaba a algunos jóvenes, en septiembre ya comenzó la propaganda de la Navidad; ellos me dijeron que había comenzado ya en agosto...
El peligro es dejarse envolver por la Navidad comercial y, si se tienen las posibilidades económicas, el atolondramiento que produce estar cercado de ofertas y ofertas. Sin embargo, la Navidad cristiana está lejos de eso, propiamente. Por eso, es determinante intentar centrarse en y vivir los tiempos litúrgicos, para que el alma no se ofusque –no se empalague- con tanto bombardeo comercial.
La Liturgia –la Iglesia- nos invita a preparar la Navidad presentándonos las figuras de la Virgen María y de Juan Bautista. Se trata de tener preparado al Señor un corazón bien dispuesto –con oración y conversión- a recibirle, y que no se repita la historia de que no había lugar para la Sagrada Familia en el pueblo, entre la gente, en tu corazón.
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