jueves, 15 de enero de 2015

Felicitación a Samuel y Lucila por sus XXV años de vida matrimonial

    Cuando comienza una aventura, quizá con ciertos temores, no sabemos lo que nos depara la experiencia. ¿Que se puede equivocar uno? Claro que sí, pero la parte del optimismo y la ilusión no iluminarían la existencia siguiente. Es mejor dejarlo en esta “indeterminación” que constituye un reto, pero que goza también de la ayuda de la Providencia divina en su desarrollo.
      Estos pensamientos tienen un motivo: el martes pasado (13 de enero), mi hermana Lucila y su esposo Samuel cumplieron 25 años de casados. La fecha estaba presente en su corazón y en el de los que les queremos. Porque a veinticinco años de edad puede llegar uno casi sin pretenderlo, pero 25 años de compromiso con otra persona es más difícil.
     Mucho nos contarían ellos de trabajo y dificultades con sus cuatro hijos y entre ellos, pero también ha habido muchas alegrías e ilusión que les anima a seguir la vida y seguir luchando.
     En una fiestecita sorpresa que les fue organizada, les agasajamos en casa. Tuve el enorme gusto de poder celebrar la Santa Misa en la iglesia de Patzicía, con la participación de los seres queridos. Nos reunimos unas 50 personas, las que pudieron asistir. En la homilía recalqué la importancia de esos ejemplos de fidelidad “en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad”, pues la fidelidad no es sólo para los mayores sino también para los jóvenes.
     Después tuvimos una reunión familiar y la cena, en donde afloraron abrazos, felicitaciones, recuerdos, sentimientos.

     Por parte de todos, desde luego, era motivo de agradecimiento a Dios por este regalo. Dios les siga bendiciendo más. ¡Felicidades, Samuel y Lucila!

En el momento de la renovación de las promesas matrimoniales.

Lucila y Samuel, con los hijos que Dios les ha dado.



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