lunes, 16 de febrero de 2015

Del contexto de la "parábola del buen samaritano"

El buen samaritano (1838), de Pelegrí Clavé i Roquer
     Al seguir hurgando libros, se da cuenta uno lo mucho que le queda por aprender y lo mucho que ignora. Con ocasión de revisar un poco la parábola del buen samaritano que presenta el capítulo 10 del evangelio según san Lucas, me he encontrado con un texto de Martin Luther King, de quien hayan podido ustedes escuchar algo.

     En su último discurso, pronunciado el 3 de abril de 1968, describió el camino de Jerusalén a Jericó de la siguiente manera. Valga como contexto para leer y entender algo más la parábola. Dice:

     Recuerdo cuando la señora King y yo estuvimos por primera vez en Jerusalén. Alquilamos un automóvil y fuimos de Jerusalén a Jericó. Y tan pronto como llegamos a ese camino le dije a mi esposa: «Puedo ver por qué Jesús usó esto como el escenario de su parábola». Es un camino sinuoso, serpenteante. Es realmente propicio para emboscar. [...] Ese es un camino peligroso. En los días de Jesús, vino a ser conocido como el «sendero sangriento». Y usted sabe, es posible que el sacerdote y el levita miraran por encima del hombre tirado en el suelo y se preguntaran si los ladrones todavía estaban en los alrededores. O es posible que ellos sintieran que el hombre en la tierra sólo estaba fingiendo, que estaba actuando como si le hubieran robado y herido con el fin de capturarlos, de atraerlos para una incautación rápida y fácil. Y así, la primera pregunta que el sacerdote se hizo, la primera pregunta que el levita se hizo fue: «Si me detengo a ayudar a este hombre, ¿qué me va a pasar?» Pero luego, el samaritano vino a él. E invirtió la pregunta: «Si no me detengo a ayudar a este hombre, ¿qué va a pasar con él?»

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