viernes, 28 de agosto de 2015

Bendiciendo niños en la pediatría del hospital

    "Hoy me siento satisfecho del trabajo que he hecho"..., comentaba alguien ayer. Aunque todos los días debería ser, hoy también siento algo semejante.

     Mientras hacía determinado trabajo, me pidieron favor que fuera al hospital a bautizar a un niño, pues estaba en peligro de muerte. Dejé lo que estaba haciendo y me fui allá. Entré a pediatría con los padres del niño y, después de preguntar ciertas formalidades, me dispuse a "echarle agua" (así se traduce bautismo literalmente en kaqchikel).

     Cuando hube terminado, se aparecieron dos señoras que querían que les bendijera a sus hijas, pues estaban enfermas. Aprovecharon también confesarse -aunque tuviera el tiempo medido, pues tenía pronto otra responsabilidad-. Luego, otra bendición, y otra, y otra... Platiqué como pude con una señora que hablaba sólo tzutuhil. Creo que el Espíritu Santo hizo su labor.

     He estado encomendando a los niños y a sus madres -las que los cuidaban-; ojalá se curen los niños. Me recordé de las palabras del Señor: "dejen que los niños se acerquen a mí, no se lo impidan; de los que son como ellos es el reino de los Cielos".

     Ahora mismo, tendré el gusto de ir a presenciar la obra de teatro de uno de los grados del Seminario Mayor. Ya les contaré cómo estará.

     Saludos a todos.
Si pudieran, los niños razonarían así...

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