"Tenga un recuerdo, Padre", me dijeron ayer, cuando me disponía a celebrar la Santa Misa en la fiesta de Pentecostés. Se trataba de una postal de esta iglesia parroquial de San Andrés Xecul, Totonicapán, un bonito recuerdo para encomendar a la comunidad de este municipio.
El párroco, el P. Edgar, me invitó para dar una plática a toda la comunidad parroquial reunida para celebrar la solemnidad de Pentecostés. El tema versó sobre la Iglesia, las comunidades parroquiales y ciertas virtudes que han de vivir en ellas.
Me emocioné mucho celebrando la Santa Misa, al ver que el mismo hecho del Antiguo Testamento tenía efectos distintos: si en Babel (Gn 11) Dios confundió las lenguas para que no se entendieran, debido a su soberbia, ahora se oye hablar de las maravillas de Dios en tal diversidad de lenguas (Hch 2), también en las lenguas mayas, como lo comprobamos entonces.
Además, en la celebración tuvimos una intención especial: el Seminario. Sí en todo el país se pidió por los Seminarios, por todos los que lo formamos. Nos sentimos, me sentí muy encomendado.
Saludos a los hermanos de San Andrés Xecul, a quienes estoy muy agradecido por todas sus atenciones. Ha sido un gran gusto compartir con ellos la fiesta de Pentecostés.
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