Seguimos en el Octavario de oración por la unidad de los cristianos.
Una de las virtudes humanas que hemos de practicar todos es la paciencia. Y su práctica es muy importante en el ecumenismo, en el afán de buscar la unidad en la Iglesia. Aunque no es la única virtud necesaria ni es la principal, es necesario practicarla.
“El que sabe ser fuerte no se mueve por la prisa de cobrar el fruto de su virtud; es paciente. La fortaleza nos conduce a saborear esa virtud humana y divina de la paciencia. Mediante la paciencia vuestra, poseeréis vuestras almas (Lc XXI, 19). La posesión del alma es puesta en la paciencia que, en efecto, es raíz y custodia de todas las virtudes. (…) Y es esta paciencia la que nos impulsa a ser comprensivos con los demás, persuadidos de que las almas, como el buen vino, se mejoran con el tiempo” (AD 78).
Paciencia en el trato, paciencia en el diálogo… Sabiendo que se tiene la verdad, no hemos de desalentarnos ante la "tozudez" del prójimo, que se cree en la verdad, porque queremos el bien del alma de ese prójimo y de todas las almas. ¿Quién no recuerda la frase atribuida a Santa Teresa: "la paciencia todo lo alcanza"?
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