miércoles, 2 de noviembre de 2011

Orar por los difuntos


     Hoy se conmemora, en la Iglesia, a todos los fieles difuntos, aquellas almas que, aún sin estar limpios del todo, se purifican de toda mancha para que puedan ver eternamente a Dios. Ellas están plenamente seguras de su salvación eterna.
     Es un misterio. ¿Cómo? ¿Cuánto dura? ¿Quiénes están allí?
     El número 958 del Catecismo de la Iglesia dice acerca de la comunión con los difuntos: “La Iglesia peregrina, perfectamente consciente de esta comunión de todo el Cuerpo místico de Jesucristo, desde los primeros tiempos del cristianismo honró con gran piedad el recuerdo de los difuntos y también ofreció por ellos oraciones ‘pues es una idea santa y provechosa orar por los difuntos para que se vean libres de sus pecados’ (2 M 12, 45)” (LG 50). Nuestra oración por ellos puede no solamente ayudarles sino también hacer eficaz su intercesión en nuestro favor.
     Además, el número 211 del Compendio del Catecismo reza así: ¿Cómo podemos ayudar en la purificación de las almas del purgatorio? En virtud de la comunión de los santos, los fieles que peregrinan aún en la tierra pueden ayudar a las almas del purgatorio ofreciendo por ellas oraciones de sufragio, en particular el sacrificio de la Eucaristía, pero también limosnas, indulgencias y obras de penitencia.
    "Más claro no canta un gallo", como dicen por aquí. Manos a la obra, porque hay muchas almas necesitadas de nuestras oraciones, además de que pueden ayudarnos intercediendo por nosotros.
     Desde luego que aprovecharé mi ventaja de “ser sacerdote”, para celebrar las tres Misas por los difuntos que podemos ofrecer. Con gusto lo ofreceré también por las almas por las que los lectores de esta entrada quieran rezar.

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