Será del conocimiento de muchos de
ustedes, queridos lectores, quién es el P. Fermín, especialmente los de esta
Diócesis y de su estado precario de salud. Es un compañero mío de promoción
sacerdotal, gran amigo y sacerdote.
A partir de mayo, su salud
sorprendentemente se ha quebrantado. Conociendo su potente consistencia física
anterior, sorprende su situación actual. Les pedimos sus oraciones.
Si en algún momento necesitamos de las
oraciones de los demás, ahora hagámoslo por el P. Fermín, que lo necesita. Pidamos
a Dios para que esta enfermedad ceda y, reponiéndose nuestro amigo sacerdote,
vuelva a su antigua y entregada vida ministerial de la manera ordinaria.
¡Rezamos por vos, P. Mincho!
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