viernes, 9 de abril de 2010

Anécdotas

Después de las presentaciones y los saludos pertinentes, pregunté:

- - Perdón por la indiscreción, ¿son católicas?

- - No. Somos musulmanas.

Ayer y anteayer estuve visitando enfermos en una de las plantas de un hospital. Con mi natural timidez, a veces me cuesta meterme en una conversación. Pero encuentro fuerzas para vencer esta timidez en la gracia y en el ejemplo del Señor, que se hizo el encontradizo con los discípulos de Emaús.

Después de conversar amablemente con aquellas pacientes musulmanas, hemos acordado que rezaríamos unos por otros, ya que es al mismo Dios a quien invocamos. Y quedamos muy amigos.

También me encontré con una mujer que, después de un diagnóstico adverso, lleva con garbo su enfermedad. Me contó que había estado en Guatemala por asuntos de trabajo, y que le había encantado. Fuera del reparo de la violencia, quedó prendada del modo de la gente. Y me contó una anécdota:

- - En una ocasión, queríamos, mi esposo y yo, darle un poco de dinero a un niño lustrador de zapatos. No quería recibirlo sino después de haber trabajado para ganárselo.

Prometí rezar por cada uno de los pacientes a quienes visité. Además, he sido muy pedigüeño: les he pedido que rezaran por los sacerdotes, porque lo necesitamos, principalmente ahora que nos han hecho mucha “propaganda”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario