miércoles, 29 de mayo de 2013

Sacerdote, testigo de la Misericordia

     En efecto, el sacerdote puede pasar en un mismo día lo que el resto de la gente en toda su vida: puede alegrarse con los que se alegra y puede dolerse del dolor ajeno en cuestión de minutos.
     El ideal es que el sacerdote esté siempre disponible para atender a la gente, y que pueda acompañarle en todo momento. Es decir, que practique la misericordia, que sea, como decía el Santo Padre, un pastor que no tenga miedo a oler a oveja...
     Éste es el ideal, aunque a los sacerdote de por aquí les cueste un tanto, porque sus parroquias son inmensas y la muchedumbre, ingentes. Ése es nuestro reto.

     A la par, rezar por las vocaciones: que Dios nos bendiga con más vocaciones, y que las que tenemos sean fieles al llamado y se formen bien.

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