domingo, 31 de mayo de 2015

Ordenación de diáconos y viaje a Quiché


En el valle, Sacapulas; una vista de retroceso camino a Cunen.
Aquí, en la cumbre, en el "entronque", en el momento en que el grupo que se iba a Nebaj se despedía del que iba a Cunen.
Cunen, en una vista panorámica.

Los cinco nuevos diáconos, con Mons. Gonzalo.

     Laus tibi, Deus!

     Ayer fue un día grande, de esos regalos de Dios a nuestra Diócesis que se van sucediendo cada año. Ayer tuvimos ordenación de cinco nuevos diáconos para la Diócesis, como lo habíamos anunciado. La imagen última que colgamos hoy lo muestra. En el blog del Seminario se han puesto varias fotos del acontecimiento, que no dejamos de agradecer a Dios.

     Cuanto más cercanos, la alegría compartida es mayor. Así como los hemos conocido y los hemos tenido tan cerca, así de grande ha sido la alegría de este formador que ha ayudado, al menos algo, en la formación de estos nuevos ministros de la Iglesia. Dios los conserve fieles.

     Después de la Ordenación, un grupo de seminaristas, nuestro fiel amigo Ricardo y este servidor nos hemos enfilado a Cunen y Nebaj, Quiché, a donde los seminaristas irían a hacer dos semanas de pastoral, después de haber acabado el primer semestre y los correspondientes exámenes.

     Con un grupo, yo me fui a Cunen, ansioso de conocer el sitio en donde quedarían los muchachos para hacer pastoral. Llegamos al pueblo, conocimos el lugar, saludamos al P. Antonio que es el párroco, y presentamos a los seminaristas ante la comunidad durante la Santa Misa que tuve el honor de presidir allí. Luego, se sumaron un grupo de seminaristas de la etapa de Filosofía del Seminario de La Asunción.

      Al final me pernocté allí, compartiendo las actividades con los seminaristas y con el párroco, jovencito aún, que nos atendió muy bien y explicó la situación pastoral de su parroquia. Con mucho ánimo está intentando levantar lo caído y reconstruir la comunidad, después de años de violencia y escasez de sacerdotes que la atendieran. El P. Antonio me dio la sorpresa de conocer a mi hermano sacerdote, lo que le ayudó a ganar mi confianza -humanos como somos-.

     Personalmente me ha alegrado mucho conocer la parte de la Iglesia que peregrina por esos rumbos. Hoy precisamente, en la solemnidad de la Santísima Trinidad, he incentivado a los oyentes de mi predicación a dar gracias a Dios por pertenecer a esta Iglesia, nuestra familia, que es universal.

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