Estamos en los inicios del curso académico en el Seminario, ésta es nuestra segunda semana, segunda semana de clases. Para alguien que se dedica y ama la docencia, está emocionado en este inicio, también lo estamos en el Seminario. Personalmente, tengo ilusión por seguir leyendo y formándome en mi área, también en las otras, para transmitir lo que he ido aprendiendo de la Biblia.
Pero una de los gajes de este oficio es aprenderse los nombres de los nuevos alumnos en esta etapa de la Teología. Sin pretender que se me queden a la primera, les pregunto por él: "¿Cómo te llamás?", porque aquí, cuando hay confianza, utilizamos el "vos" en el trato. Así, nos podemos encontrar con la gracia del registrador civil o de la poca formación de los implicados, que inscribieron a los ahora seminaristas con nombres a veces un poco raros. Me resultó gracioso que, cuando le dije que había en el grado otro del mismo nombre, uno me respondió: "No. Él se llama 'Marvín' y yo 'Marvin'". Así los distinguen en el grado.
Ustedes deben conocer otros sujetos con nombres un poco raros... Espero aprenderme bien los nombres de los jóvenes, incluidas las faltas de ortografía.
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