Esto es lo que hemos escuchado en el evangelio de la Misa de hoy (cfr. Jn 14,27-31a): "La paz les dejo, mi paz les doy; no se la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble su corazón ni se acobarde". Son palabras que llegan al corazón.
En verdad, cómo nos gustaría tener esa paz, especialmente en los momentos más difíciles, que vienen cuando menos los esperamos: una contrariedad seria, una enfermedad, un revés económico, un enojo, un fracaso, un golpe...
Pero, como recordó el Papa en su homilía en la mañana, la paz es un don de Dios, no es un producto del esfuerzo humano, que solo logra equilibrio de miedos y egoísmos. Es una paz real, una paz que llena el corazón del hombre. Es una paz que no llega por otro camino sino en la relación con Dios; lo demás es apariencia de paz, una paz que se esfume y no es verdadera.
Si estás en paz con Dios, estarás alegre. ¡Sólo Dios basta!
No hay comentarios:
Publicar un comentario