jueves, 18 de marzo de 2010

Dolores y gozos de san José

Estamos en la víspera de la celebración de san José, el hombre en quien Dios confió. Es una devoción maravillosa la de considerar los dolores y los gozos que pasó, y que podemos imitar en nuestra vida. También en nuestra vida hay dolores y gozos: esto no nos puede extrañar, pues esta vida está compuesta de ellos necesariamente. Sólo en el cielo tendremos la felicidad sin fin. Además, asimilando esto nos ayudará a ser realistas y valorar en su justa medida cada acontecimiento grande y pequeño.

¡Cuán grande fue el dolor y la angustia interior que vivió san José cuando su prometida, la mujer más pura que haya conocido la creación, se encontró esperando un hijo, y no precisamente de él! Lucha interior entre acusar –al menos interiormente– a María y abandonarla o ver otra solución posible. Lo veía como un callejón sin salida. No podía considerar culpa alguna en su prometida. Lejos de él condenarla como una pecadora; de ahí que su resolución fue repudiarla en secreto.

Estando en estas deliberaciones –¡durante cuánto tiempo!–, en un sueño, le visitó el Señor y le dio la solución. Le comunicó que formaba parte del plan divino de la salvación. ¿Podríamos imaginar la inmensa alegría que le invadió? Fue tal que al despertar llevó a cabo las indicaciones que había recibido.

Por eso es llamado “justo”, porque no buscó salvaguardar su imagen, y buscó la mejor solución para no perjudicar a la que seguía amando.

¿Cuán grandes son nuestras penas? No lo van a ser tan grandes. Sólo se puede ser feliz en la medida en que se haya sufrido en Dios.

1 comentario:

  1. Desde el Seminario Menor -en donde también celebramos a lo grande- hasta Pamplona: ¡Feliz fiesta de San José!

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