Queridos hermanos, es necesario volver al confesonario, como lugar en el que celebrar el Sacramento de la Reconciliación, pero también como lugar en el que “habitar” más a menudo, para que el fiel pueda encontrar misericordia, consejo y consuelo, sentirse amado y comprendido por Dios y experimentar la presencia de la Misericordia Divina, junto a la Presencia real en la Eucaristía. La “crisis” del Sacramento de la Penitencia, de la que a menudo se habla, interpela en primer lugar a los sacerdotes y a su gran responsabilidad de educar al Pueblo de Dios en las radicales exigencias del Evangelio. En particular, les pide dedicarse generosamente a la escucha de las confesiones sacramentales; guiar con coraje a la grey, para que no se conforme a la mentalidad de este mundo (cf. Rm 12,2), sino que sepa tomar decisiones también a contracorriente, evitando adaptaciones o compromisos. Por eso es importante que el sacerdote tenga una permanente tensión ascética, alimentada por la comunión con Dios, y se dedique a una constante actualización en el estudio de la teología moral y de las ciencias humanas.
«Despacito y buena letra: / hacer las cosas bien / importa más que el hacerlas» (A. Machado)
lunes, 15 de marzo de 2010
"Volver al confesonario"
Aunque haya pasado cuatro días (jueves 11) desde que la pronunció, incluyo esta recomendación perentoria del Santo Padre. Lo que reproduzco a continuación las pronunció Benedicto XVI en la sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano en una audiencia a los participantes en el Curso sobre Fuero interno promovido por la Penitenciaría Apostólica. Estas palabras vienen como anillo al dedo para la labor evangelizadora en este año sacerdotal.
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