lunes, 2 de agosto de 2010

Nueva experiencia sacerdotal


Me he venido, muy agradecido, de los pueblos que atendí en el Valle de Lana, Navarra. Ha sido una experiencia gratificante. Ahora he venido a ayudar a Valdemorillo, un pueblo de las afueras de Madrid. La iglesia de la imagen es la del pueblo, que en verano tiene unos treinta mil habitantes.

He trabajado ya el primer fin de semana, con gran alegría; este ambiente me ha recordado el trabajo sacerdotal de las parroquias en Guatemala.
Me alegra mucho ser sacerdote. Llegue a donde llegue, aunque no le conozcan a uno, confían tanto en uno, lo arropan con cariño, que dice uno: esto no lo hacen con cualquier persona. Y esto se debe a la fe que tiene la gente en los sacerdotes, no por ser éste o aquél, sino porque es un sacerdote de Jesucristo.

Ayer, mientras espera un autobús del que no sabía bien el horario, me dio oportunidad de hablar con algunos -repito: la figura del sacerdote inspira confianza-. Primero, fue un ecuatoriano. Hablamos de cosas varias, aunque la oportunidad es escasa para profundidades. Al marcharse este amigo, se acercó un joven que como que estaba esperando turno... Empezamos a hablar de todo un poco. Al final me "soltó" buena parte de su vida: marroquí, casado, musulmán... Me vi en la tesitura de EXPLICARLE qué era yo, qué vocación tenía, qué hacía... ¿Cómo explicarle a un musulmán el celibato? Intenté hacerlo de la manera más sencilla posible, y se quedó profundamente admirado.

Coincidimos en que los hombres debemos portarnos mejor, que todos somos hermanos, que en la Biblia y en el Corán se nos habla de Dios y que, leyéndola con el corazón limpio, podemos descubrir lo que Dios quiere y vivir nosotros en paz. Al final, cuando ya hubo más confianza, le pregunté por su nombre. Además, me dejó unas monedas "marroquís". Le dije que lo guardaría para recordarme de él. Además, quedamos en que él le rezaría a Aláh por mí y yo a Dios por él y su familia. Yo lo estoy cumpliendo...; confío en que él lo hará también. Al despedirnos, un buen apretón de manos... Me sentí más hermano de todos los hombres...

Sí. Tuve que esperar mucho para que llegara el autobús...

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