Estaba terminando la jornada. Cuando llegué a la puerta de mi casa antenoche, revisé mis bolsillos y no encontraba las llaves de la casa. Caí en la cuenta que las había dejado en la iglesia…
A determinadas horas me gusta poco pasar por la plaza del pueblo, porque hay cierto barullo y es como un espectáculo ver pasar al “cura”. Poniendo mi mejor cara desandé mi camino y volví a buscar mi llave.
Precisamente en ese “barullo” estaban unos señores –a los que no había reconocido– miembros del coro parroquial. Me invitaron a tomar un “refresco”. Ya con mis llaves en el bolsillo, nos pusimos a hablar de todo un poco…
En medio de la conversación les lancé: “Me he fijado, como ‘americano’, es decir, ‘del otro lado del Charco’, que quienes educan ahora a los niños son los abuelos y no los padres”. Para mis seis interlocutores fue una proposición incendiaria, mas no para atacar sino para darme la razón. Sacaron sus argumentos de experiencia a relucir…
¿A dónde llegará esta España? Necesitamos una cruzada de educación en los valores humanos y cristianos. El Santo Padre alienta nuestra esperanza cuando dice que Europa experimentará una nueva “primavera cristiana”. Ojalá sea pronto.
Al final les dije: “He disfrutado del ‘refresco’, pero más de la compañía”.
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