Hoy he
dado unas clases sobre el séptimo mandamiento: “no robarás”. Lo hemos hecho
también de la mano del Compendio del Catecismo, un resumen estupendo de la
doctrina de la Iglesia. Ya habrá tiempo en el Año de la Fe para hablar más
detenidamente de los temas de la Doctrina de la Iglesia.
He recordado a los alumnos lo que la moral
exige, sobre todo en lo que compete a la reparación: la restitución.
En efecto,
uno debe acercarse a la Confesión con al menos la intención de querer reparar
el daño causado, especialmente, en este punto, restituyendo lo extraído o lo
defraudado; si falta esta condición, no se perdona el pecado. Esta condición
tantas veces se obvia o se olvida.
Lo comentaba
un sacerdote: “el pecado que más veces es cometido es el del robo, porque
robamos a Dios la gloria que deberíamos darle”.
Así como
el décimo mandamiento, éste nos invita a servirnos con moderación de los bienes
que Dios ha puesto a nuestra disposición.
Le escuché
al P. Alfredo hoy: “en el Año de la Fe, no hay mejor regalo que un Catecismo”.
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